Tras el teatro

Durante toda la obra de teatro, en lo único que pude pensar, es en lo maravillosamente bien que olía Josh, y en las ganas que tenía de olerlo, lamerlo y besarlo en cada rincón de su cuerpo fornido.

Él me pilló un par de veces observándolo, pero creo que no leyó el ansia en mi mirada, porque se limitó a sonreírme, y apretarme la mano, que con mucha delicadeza sostenía entre las suyas.

Después de la obra de teatro, la primera a la que asistía, y que me pareció algo espectacular, y absolutamente irrepetible, nos fuimos a cenar. Josh me llevó a uno de los restaurantes engalanados con guirnaldas de luces, y yo, dudé durante un instante de si sería capaz de leer la mente de las personas, pues solo hacía unas horas, había pensado yo misma en que quería sentarme en un lugar como éste.

El restaurante, un local pequeño,

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