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Todos los capítulos de Entre el amor y el odio: Capítulo 141 - Capítulo 150
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Un regalo
LisaDesperté y vi a Akira al lado mío.—Me duele la cabeza.—Corderito, ¿Me escuchas?—¿Akira?—me sentía muy mareada.—¿Cómo te sientes, preciosa?—Me siento mareada.—¿Cómo se siente tu cuerpo?—Algo caliente, ¿Qué me pasó?—No quiero preguntarte más sobre esto, pero tengo que hacerlo, preciosa.—¿Sobre que?—Quiero saber si algo ha pasado en el trabajo recientemente.—¿Algo como que?—Alguien te drogó y mis enemigos no creo que sepan donde estamos, me hubieran tratado de matar a mi primero. Es claro que el problema fue contigo directamente. ¿Has tenido algún problema?—no he tenido problemas,
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Mi esposa
Akira me trajo del hospital a la casa, ha estado al pendiente de todo. Me acostó en la cama y se sentó a mi lado.—Espero te quedes aquí acostada, no quiero que te levantes hasta que te sientas mejor. Tu cuerpo aún está algo débil y no quiero que te vaya a suceder algo. Espero me escuches y hagas caso, lisa.—No te preocupes, Akira.—Si me preocupo, tonta. Quiero que te relajes y duermas, lo necesitas. Mandaré a Jefferson a que se quede contigo, ¿Está bien?—Esta bien, mi amor— Akira me besó.—Mas tarde regreso, corderito — salió de la habitación. Me preocupa un poco lo que esta pasando por su cabeza en este momento.Akira—Jefferson, ¿ha pasado algo?—No, mandé a rebuscar a todos, pero no encontramos nada.
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Una hermosa noche
—¡Suéltame, Akira!— forcejeó para tratar de sacar mi mano de su pelo.—Quiero saber con qué intención la drogaste de esa forma, ¿Qué buscabas?—¡Me duele, Akira!—Responde mi pregunta. ¿Querías que se la cogieran o que pretendías?—¡Alguien, ayúdeme!—solté su pelo y caminé a la puerta.—¿Por qué no intentas caminar a la puerta? Permíteme abrirla por ti —abrí la puerta y la miré.—¡No puedo mover mis piernas, maldito animal!—Lástima, yo que pensé que querías irte— tiré la puerta y la cerré con seguro.—Sácame de aquí, Akira.—Dijiste que querías estar conmigo. ¿No quieres que te d&ea
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No te vayas
LisaSentí que alguien se recostó a mi lado y unas brazos alrededor de mi cuerpo.—Akira, llegaste—me apretó muy fuerte hacía él.—Te deseo, lisa.—No sé si debamos hacerlo—mi cuerpo aún se sentía algo extraño. Akira besó mi cuello, sus labios se sentía tan suaves, que producía cosquillas. Pude percibir un olor a sangre.—Detente—no sé si era yo quien está otra vez sangrando. Me levanté de la cama lentamente y me miré la ropa, pero no era yo.—¿Te sientes bien?— preguntó. Miré a Akira y me fijé que la manga de su camisa estaba llena de sangre. Así que de ahí era el olor.—¿Qué fue lo que hiciste, Akira?— me miró fijamente y sonrió.Leer más
Después de muerta
Al despertar pude percibir el perfume de Akira, al abrir mis ojos pude ver que se despertó antes que yo. Se estaba vistiendo para ir a trabajar, no quiero que se vaya, pero sé que debe irse. Estaba sentado en el borde de la cama arreglando su camisa, me acerqué lentamente y lo abracé por la espalda.—Buenos días—lo abracé fuertemente. Cuánto quisiera que se quedara, pero pedirle eso complicaría las cosas.—Buenos días, corderito. Dormiste como una Diosa, ¿Eh?—Cuando estás conmigo me siento tranquila, supongo que es eso.—¿Hoy mi corderito está honesta?—Hueles muy bien, Akira—me acerqué a su cuello y suspiré.—No deberías hacer eso, o no respondo de mi, lisa.—Iré al baño—me levanté y fui al baño
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¿Insatisfecho?
Akira—¿Es usted el Sr. Akihiro?—Si, señor oficial. ¿En qué puedo ayudarle?—En la noche de ayer nos informaron dos testigos de haber visto a una persona caer de su edificio, ¿Sabe algo sobre esto?—No, señor oficial, no tengo conocimiento sobre eso.—¿Nos permite inspeccionar el área?—Por supuesto, adelante.Lo llevé fuera de Hotel para que examinara el área.—¿Es este el lugar donde vieron a la persona?— preguntó el oficial a los testigos.—Sí, oficial.—No veo ningún rastro de nada. ¿Están seguros de lo que vieron?—Sí, Sr. oficial.—¿Podemos ver sus instalaciones, si no es mucha molestia, Sr. Akihiro?
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Cásate conmigo
Lisa—¿Pudiste resolver el asunto que tenías, Akira?—Si lisa, nada grave— Akira acarició a Aoi y me le quedé viendo.—Me alegra mucho saberlo.—Lisa, mañana quiero que salgamos juntos a un lugar. Quiero que aprendas a manejar un arma.—¿Has perdido la cabeza, Akira? ¿Se te olvida que estoy embarazada?—Hablé con el doctor que te atendió y me dijo que luego que no hagas ningún movimiento brusco o que sea un arma muy potente no hay problema.—No puedo hacer algo como eso, Akira. Esas cosas me dan miedo.—Es hora de que pierdas el miedo ya, lisa. ¿Quieres proteger a nuestros hijos?Tienes que hacer un esfuerzo. No es para tanto. No quiero que sigas siendo la misma debilucha y confiada de siempre. Quiero que aprendas a hacer algo por ti, n
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Necedad
A la mañana siguiente nos levantamos muy temprano, la noche anterior no hicimos nada; Akira se negó hasta el final. No entiendo por qué cambió de un momento a otro, ¿Será que ya no se siente atraído para hacerlo conmigo? Me he sentido algo insegura últimamente, lo más probable si le pregunto algo como eso se molestará, así que es mejor no decir nada. Nos despedimos de Kaori y salimos. Akira ha estado callado toda la mañana, se nota algo pensativo.Llegamos a un lugar donde habían muchas bóvedas, habían 2 hombres junto a Jefferson. No sabía que él también estaría aquí. Nos bajamos y saludamos.—¿Cómo está mi madre, Mr. Jefferson?—Ella está mejorando, estaría mejor si estuviera contigo.—Quiero que me lleve con ella luego de terminar, por favo
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Sentimiento mutuo
—¿Qué fue lo que hiciste?—me dolía el pecho, sentía mi cuerpo temblando y unas náuseas horribles. No podía casi hablar, sentía que me faltaba el aire.—Si hubieras ignorado tu maldita curiosidad, no hubiera tenido que decírtelo.—¿Cómo pudiste, Akira?— retrocedí, y quise irme de ahí, pero Akira me sujetó fuertemente el brazo.—Estoy cansado de que solo actúes de esta manera, lisa. Deja de sentir lástima por todos, nadie jamás tuvo lástima de ti.—Eres un monstruo, ¡te odio! —quise golpearlo, pero Akira me aguantó ambas manos.—Akira, detente— Mr. Jefferson intervino.—¿Por qué no le dices a lisa como me entrenaste, padre?—La estás lastimando, suéltala— le pid
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Piénsalo
—¿Qué piensas hacer?—¿Alguna sugerencia?— sentir la frialdad del arma en mi cuello, era desesperante.—Ya detente, no hagas esto más— le supliqué.—No me mires con esa cara, porque siento tantas ganas de destruirte en este momento y no sería divertido— bajó el arma y se acercó nuevamente a mi cuello—. Que bien hueles.—Si vuelves a hacer esto, no te lo perdonaré nunca.—No me perdones, no necesito tu perdón—tiró el arma al suelo y arrancó parte de mi camisa de un tirón.—¡Eres una bestia!—Si, tú me vuelves esto que soy—me empujó a la pared. Quise aprovechar la oportunidad para huir, pero me sujetó por la cintura pegándome a la pared.—¿Se te olvida que estoy em
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