—¿Sabes qué es lo peor? Que todo este tiempo, aún luego de lo que pasó, sigo siendo egoísta. No quiero hacerte daño ni obligarte a estar a mi lado, pero al imaginarte lejos, hace que quiera amarrarte y no dejarte ir. Una parte de mi quiere tu felicidad, pero la otra quiere destruirte. He querido ser alguien diferente, pero mi maldito deseo me consume y ha podido muchas veces más que yo. Ese día que te conocí, me sentí bien atraído por tu cuerpo y tu actitud. Mis ganas de verte arrodillada ante mí eran muchas. Pude ver ese día en ti, la actitud que a mí me faltaba. Quería hacerte sufrir, sentía la necesidad de torturarte. Mis intenciones jamás fueron buenas en ese momento. Las ganas de tenerte, así fuera a la fuerza, podían más que yo. Aun sabiendo que estaba mal, que no debía hacerlo, lo hice. Luego de haberte hecho eso, me sent&iac
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