Elena estaba abatida, su corazón destrozado guiaba su caminar de forma errante, sin un rumbo aparente.No tenía el valor, ni coraje para regresar a su casa y enfrentar a su padre, quien de seguro la mataría a golpes por arruinar su única oportunidad de formar parte de la buena vida. Con pasos lentos y pensamientos tortuosos, la hermosa mujer caminó hacia el puente, cuyo caudal de agua que corría de forma perezosa debajo de este, no era suficiente ni siquiera para cubrir por completo los pies de un niño.Sin temor alguno por el final que se cernía sobre ella si cometía el error de pisar en un lugar equívoco, Elena asomó su melena dorada más allá del barandal de seguridad, instantes después, su cuerpo hab&ia
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