— ¡Lamento que tenga que ser así! — ¿Así como? —Que tú tengas que estar para los hombres del público. Marlon me había dejado seguir sobré él. Su miembro encajaba a la perfección con mi alma y sus manos acariciaban la curva de mi culo. Habían pasado algunos segundos desde el orgasmo. — ¡No quiero! —No puedo ayudarte. Aunque quisiera que no fueran así las cosas, no te convendría estar conmigo, soy un padrote. —Pues aunque no esté contigo, no me dejes estar al público. Mis manos le acariciaron el pecho, era suave y me gustaba la sensación de poder tocarle. ¡Marlon fue esa chispa que me alentaba a disfrutar de las cosas malas! —No te prometo nada.
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