Caí de la nube gris y aterricé en aquel prado nuevamente, era solo como un recuerdo, yo solo veía lo que había pasado cuando Kaliza me hizo recordar, Melinda estaba ahí con el rostro tan asustado al ver a Meredith, ninguna de las tres me veía, entonces decidí acercarme a ella, su cabello era entre rojo y naranja, como el fuego en un día de otoño, muy diferente a la de mi madre. Era extraño el parecido que tenían, Meredith parecía más fuerte y decidida mientras que mamá se veía débil e indecisa, todo lo contrario, la delgadez y la prominencia de los pómulos de Meredith eran muy de ella, sus ojos eran tan viejos como sus rasgos antiguos. Su nombre era también antiguo, pero ¿Por qué estaba yo aquí viéndola? «Mira sus ojos, sus intenciones» dijo una voz interior y no era mi yo oscuro ni Cedric.
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