—Nicholas, ¿estás bien, muchacho?Ese era Malcolm Robertson, bombero de casi cincuenta y cinco años que desempeñaba el trabajo de capitán. Nick lo veía como a un padre—aunque tenía a su propio padre—porque Malcolm le había acogido bajo su ala cuando entró a entrenarse como bombero.—Capitán, es que uno nunca se acostumbra a cosas como esta.—Es duro, hijo. Porque ustedes fueron, en resumidas cuentas, testigos de un suicido, Nick.—Un suicidio asistido, porque los llevamos a eso.—Te equivocas, la culpa va a jugar en contra porque incluso pensarán que el haberles dicho que iban por una orden de desalojo, aceleró las cosas, pero todo lo que ustedes hacían, era tratar de prevenir una tragedia. Solo eso.—Mi parte lógica está con usted.—Te busca Ryder Grant, me ha pregunta
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