MARIO LIONZACorrían los años 70. Mario Alfredo González Márquez, era un joven bien parecido, figura semiatlética, un color dorado en su piel y el tornasol entre miel y verde suave de sus ojos. Resaltaba entre el grupo de muchachos contemporáneos. Desde que comenzó a tener uso de razón trabajaba en la fábrica casera de chicharrones de cochino, ayudando, junto a sus otros hermanos, a sus padres en esta empresa, por lo que el grupo familiar era conocido en el barrio como “Los Chicharroneros”, siendo esta actividad la que les proveía el diario sustento.Mario disfrutaba del aprecio de todos cuanto le conocían, debido a que siempre estaba de muy buen humor y evidenciaba una gran disposición a colaborar con los demás, que lo hacían ver carismático ante la vista de los vecinos del barrio.Dentro del grupo de jóvenes entre los que se la pasaba, se encontraba Blaniel Pernía, un adolescente de 15 años de edad, pero quien, por demostrar un
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