Regresaron al hotel a lo que Sebasthian llamaba suite y que en realidad era una casa, a Brenda la esperaban en un largo perchero móvil al menos 15 vestidos cortos, cada uno de ellos con zapatos a juego, ya estaba oscureciendo, en 2 horas sería la cena, se podía decir que tenía el tiempo justo para arreglarse, Brenda escogió un vestido ceñido rosa pálido con matiz tornasol, la tela de por sí ya era de calidad, llegaba por encima de la rodilla, tenía un escote profundo en V, más el escote no era amplio, tenía clase sin caer en lo vulgar, las sandalias eran color champagne rosa, estaba terminando de secar su cabello cuando llamaron a la puerta, era Justin con un cofre, las joyas; Sebasthian se las entregó en el amplio baño de una de las habitaciones de abajo, Brenda se arregló allí ya que hay estaban los vestidos, ella lo vio acercarse por el espejo y lo recibió emocionada. — ¡Sí llegaron, ya creía que ese hombre no iba a traer nada! —
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