Por un momento seguimos viéndonos fijamente a los ojos, esa electricidad que corre entre nuestras miradas, que nos atrapa y nos hace perdernos se apodera de nuevo de nosotros. No puedo evitar verlo fijamente, ver su rostro, sus ojos, sus labios, como su cabello cae por enfrente de su mirada. Suspiro con pesadez y decido evitar su mirada, salgo de la tina y él me ofrece su mano. Salimos ambos del baño y me siento en el borde de la cama mientras camina hacia la ventana, viendo la luna. —¿Estás lista para lo de mañana?—, pregunta sin voltear a verme, pienso en sus palabras mientras seco mi cabello con otra toalla.—Eso creo— busco una pijama o algo con que cubrirme, encuentro una playera negra que me queda enorme, un recuerdo de un concierto, me la pongo y me cubre hasta medio muslo, uno de mis hombros queda descubierto, pero no hago nada por corregirlo. Camino de regreso a la cama y él me
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