Mi Ana, mi amada.
Los padres de aquellos apuestos hermanos se habían retirado de la mesa, de pronto Jamie soltó la mano de Ana, no daba crédito a lo que había escuchado, de hecho, ni si quiera pensó que esas eran las palabras que su hermano iba a decir. ¿Cuántas veces Jake le había dicho que no sentía nada por Ana, que no la veía de esa manera? Muchas fueron las veces, siempre que Jamie creyó que había algo o que podía haberlo, se alejó, aun sintiéndose herido, se alejaba. ¡Pero Jake había dicho que no sentía nada por ella! Jamie estaba seguro de eso, era lo que su hermano había dicho. Cada vez que Jake se interponía, cada vez que le gritaba a la cara que Ana no lo quería, ¿no era por protegerlo? ¿No era para que no saliera lastimado? Había peleado tantas veces por Ana, por defender lo que los dos sentían. Pero ahora, cuando el obstáculo era su hermano, simplemente se les iban las fuerzas, ¿Cómo haría una lucha por una mujer contra su hermano? ¿Cómo era posible
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