Piero A las seis de la mañana del lunes apago mi despertador, me siento cansado, y me gustaría pasarme el día en la cama, y olvidarme de todos los problemas que me esperan en la oficina, pero sé que no debo, ni puedo. Me giro con cuidado, y veo que Aba duerme profundamente. La observo, y me sorprende lo feliz que parece así dormida, su rostro parece más joven, casi adolescente, y su pecho sube y baja rítmicamente indicando que está dormida. Reviso todas las notificaciones de mi teléfono, veo varios mensajes urgente, y me levanto con un suspiro. Me meto en la ducha, y dejo que el agua caliente bañe mi cuerpo. Mientras estoy enjabonándome la cabeza, con los ojos cerrados, pues desde siempre he odiado que me entre jabón en los ojos, noto una caricia húmeda en mi pene. Mi cuerpo, aún un poco adormilado, reacciona instantáneamente, y noto un ramalazo de placer por todo mi ser. Abro los ojos, y ahí está mi ninfa, despei
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