Rachel sacó la bolsa de basura a la acera, y regresó a la casa con mucha intranquilidad. Sus hijos estaban en la sala, jugando entre ellos con toda la inocencia del mundo. No tenían la más remota idea de que estaban huyendo y que todo un país estaba en su búsqueda para matarla por lo que había hecho a su presidente.Dejó salir un largo suspiro, dándose cuenta de la gravedad del asunto, de la estupidez que había cometido, pero ya todo estaba hecho, debía de ser consciente y dejar que todo estuviera más que bien.— Willow, deja de molestar a Joseph, por favor —dijo Rachel, agarrando a su hija por una de orejas —. Es tu hermano, pero eso no te da el derecho de molestarlo por gusto —la niña la vio con
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