— Yo… yo no… — ni siquiera sabía lo que iba a decirle — Yo no estaba viendo su trasero, señor.— ¿En qué momento dije que estabas viéndome el trasero? — Se cruzó de brazos mirándolo — Fuiste muy fácil de engañar, pequeño.— Es que yo… en verdad yo no…— Has dicho tantos yo que creo que es la primera palabra que tus padres te enseñaron a decir cuando naciste — rió, entre dientes — Eso me gusta — se pasó la lengua por los labios — Sígueme, te mostraré el lugar mientras nos ponemos de acuerdo con los horarios.— Sobre eso — sacó sus manos de sus bolsillos, siguiéndolo — Voy a la universidad de lunes a miér
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