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Todos los capítulos de Moda, Poder y Pasión. : Capítulo 31 - Capítulo 40
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TREINTA Y UNO
Emiliano Santorini Llevo todo el jodido  día  intentando desliarme de la cantidad de firmas, documento, y carpetas que Amelie amontonó sobre mi escritorio. Pareciese que se tratara de un plan macabro para atarme a esa mesa. Estoy de regreso, llegue en la madrugada de  mi  Isla Privada  Ciftlik, en la costa de Turquía, situada en el Mar Egeo, ya que este fue  el primer  lugar que se me ocurrió  para alejar a Duda por un tiempo hasta que estuviera totalmente restablecida. Era de suma importancia alejarla  de las miradas indiscretas de Amelie y de mi tía que están rondando por Florencia. Duda no merece que la reprendan o que la juzguen, lo que necesita es estar bien, reponerse de un
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CAPÍTULO TREITA Y DOS
Emiliano Santorini  La madrugada entera estuve con el teléfono pegado a la cama. A penas pude dormir, el teléfono de Ginna desde que llegue a Paris ni siquiera timbra... muerto completamente. Pero eso no evitó que durante la madrugada lo marcara cada treinta minutos para saber de ella. Me estoy temiendo lo peor. Para colmo no ha dejado de llover ni un solo instante. Una tormenta eléctrica azota la ciudad desde la tarde y aún llueve.  No puedo ser tan ridículo, ella no podía imaginar que yo volaría  a Paris para verla, así que la loca idea de que se me esté escondiendo no aplica en este caso. Lo que sea que le pase no tiene que ver conmigo. Quizás ella está en su cama dormida y yo pensando sandece
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CAPÍTULO TREINTA Y TRES
Emiliano Santorini Antes de que los Renaux lleguen al hospital necesito ver a Ginna. Necesito tenerla entre mis brazos. Acurrucarla a mi pecho y no soltarla jamás. He sido un verdadero tonto. La incertidumbre de saberla desaparecida no supera lo que estoy sintiendo ahora mismo porque estuve a punto de perderla. Tengo miedo, miedo de que no despierte, por eso tengo que estar con ella lo más pronto posible.   Le avisaré a los Renaux tan pronto la vea, pero si lo hago ahora quizás me echen a patadas del hospital. Más aún si llegarán a enterarse de que yo soy el padre de la criatura que perdimos.  Soy egoista, lo sé, debería  avisarle a su familia, pero hasta que no la vea no tendré sosiego.

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CAPÍTULO TREINTA Y CUATRO
 Ginna Renaux    “Te Ginebra Renaux , te  amo profundamente”...  Las palabras de Ra me hacen sonreír. Lo único que repite mi mente, repite una y otra vez son estas palabras de Emiliano . Haciendo que mi letardo sea sumamente agradable, que casi pueda si reír aún estando cómodamente dormida cerca de él. No se cuando me dormí, solo se que estoy muy a gusto.  “Te Ginebra Renaux , te  amo profundamente”...  Debo estar soñando. Ese hombre jamás
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CAPÍTULO TREINTA Y CINCO
Ginna Renaux La tristeza no había desaparecido de mi alma. Para ser sincera, creo que jamás recuperaré la alegría del todo. Mis hermanas intentaban hacerme sonreír todo el tiempo. Habían pasado dos días desde que desperté y el sencillo hecho de respirar sabiendo lo que había perdido, me dolía desgarradoramente . Un dolor que cargaría sola y en silencio el resto de mi vida. Ni siquiera el propio Emiliano sabría jamás lo que significaba ese embarazo perdido para mi. Emi, otro de mis motivos de sentimientos encontrados. Lo estaba odiando prácticamente a muerte, pero me encontraba constantemente pensándolo y hasta añorandolo. Me moría de nervios la tarde anterior, él había  estado en las afuer
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CAPÍTULO TREINTA Y SEIS
 Ginna Renaux —También podría yo —replique y él se volteó rápidamente con expresión de fastidio, pero sobre todo de dolor— preguntar por qué con tan evidente propósito de ofenderme y de insultarme me dices que te  gusto en contra de tu voluntad, contra todo lo que está bien y hasta en contra tu modo de ser. ¿Creo que esto excusa ni falta de tacto para decirte rotundamente que no? Pero, además, como te atreves a venir a pedirme que me case contigo. ¿Acaso enloqueciste Emiliano Santorini? ¡Por Dios! Sé de lo que fuiste capaz de hacer. Y creo que tú también  debes saber a qué me refiero , de hecho estoy segura  de que lo sabes  muy bien. Aunque estuviera arrastrándome de amor por ti, ¿crees que habría algo que pudiese tentarme a aceptar al hombre que ha sido el culpable de arruinar, tal vez para siempre, la fe
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CAPÍTULO TREINTA Y SIETE
Ra🍆| Emiliano Santorini Salí de aquel cuarto de hospital con un genio de los mil demonios. Los deseos de obligar a Ginna a escucharme los contuve. No era el momento, ni el lugar. Pero estaba deseando descargar mi ira en algún sitio. Conduje a casa a una velocidad endiabladamente rápida, y justo antes de llegar me detuvo un oficial, regalándome una encantadora multa de tránsito para apremiar aún más mi ya volátil y explosivo estado de ánimo. Al entrar  a casa, descubrí que Amelie y mi tía estaban allí , para agregar este hecho a mi desgracia. No deseaba ver a nadie. No quería que nadie me molestara, que me hablara...
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CAPÍTULO TREINTA Y OCHO
 Ginna Renaux  El impacto de ver a Emiliano de pie en el umbral de la puerta, solo se compara con la desesperación que sentí al ver su rostro.  Entro como un huracán, arrasando a su paso los últimos dejes de tranquilidad con que contaba mi fortaleza interior. Yo completa temblé al estar ante su presencia. Aún con el alma destrozada, y contra mi propia razón, yo moría por ese hombre. Nada de lo que me pudiera haber escrito en esa carta, cambiaría ese hecho. Me enamore de todo lo que él es, y representa. Me enamore de su carácter, de sus defectos, de su forma tan placentera y escondida de hacerme suya. Sin embargo, se fue tal y como llegó, no tuve tiempo a reaccionar. Su fuerza interior no disminuy
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CAPÍTULO TREINTA Y NUEVE
 Ginna Renaux .   —¿Está  todo claro para usted Ginebra?— inquirió el doctor con tono severo. —El hecho que vaya a casa no significa que pueda volver al trabajo. Usted deberá mantener reposo por lo menos durante un mes y medio más.  —Pero tengo un desfile...  —Pero nada—, interrumpió mi padre. —No se ocupe Doctor, yo me encargo de que mi hija se mantenga lo más tranquila posible.  —Cálmese y asegúrese de obtener el descanso que necesita&
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CAPÍTULO TREINTA Y NUEVE
 Ginna Renaux .   —¿Está  todo claro para usted Ginebra?— inquirió el doctor con tono severo. —El hecho que vaya a casa no significa que pueda volver al trabajo. Usted deberá mantener reposo por lo menos durante un mes y medio más.  —Pero tengo un desfile...  —Pero nada—, interrumpió mi padre. —No se ocupe Doctor, yo me encargo de que mi hija se mantenga lo más tranquila posible.  —Cálmese y asegúrese de obtener el descanso que necesita&
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