Salgo de la habitación con cuidado y dejo a Brad durmiendo hasta tarde, como cada sábado, luego de besar sus tentadores labios y acariciar su cabello. Sonrío como tonta al verlo tan tranquilo y tierno, sintiendo cómo mi piel cosquillea por esa extraña emoción que aún me recorre al tenerlo en mi vida. Cierro mis ojos y suspiro antes de levantarme para ponerme el gabán largo color borgoña, para salir hacia la sala para tomar alguna fruta antes de salir a mi desayuno de cada sábado, que lo estamos tomando en casa de Lucy o de Sarah desde el nacimiento del pequeño precioso bebé rubio de mejillas regordetas, que ya tiene casi tres meses.Al ver la oscuridad de la sala, camino hacia las ventanas, que dan hacia el lago, para abrirlas como cada día.—¡Nooo! —gritan a mi espalda y chillo por la impresión, pero rio al final cuando veo a mi cuñado tirado en e
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