El sol se levanta, anunciando un nuevo día de trabajo, el mercado comienza con el ruido habitual, cortinas subiendo, mesas acomodándose, objetos siendo acomodados en dichas mesas, los locatarios en su mayoría artesanos abren sus locales para atender a los visitantes que en cualquier momento iniciará a llegar. El reloj marca las nueve de la mañana los turistas comienzan a caminar de un lado a otro viendo lo que ahí se encuentra, vestidos, cerámicas, figuras de madera, joyería en plata, abanicos, muñecas, etc. Los locatarios comienzan a gritar para llamar la atención de cada persona foránea que pasaba, unos lo consiguen otros más solo esperan con una sonrisa tener más suerte. En uno de estos locales se encuentra una bella joven que desde muy pequeña aprendió el oficio de artesana de la cerámica gracias a su madre y su padre, ellos le enseñaron a hacer las mejores piezas como bellas vasijas, floreros, platos, joyeros, pequeñas figurillas para colgar del cuello, entre más cosa
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