Molde de Amor
Molde de Amor
Por: MuSubi GR
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El sol se levanta, anunciando un nuevo día de trabajo, el mercado comienza con el ruido habitual, cortinas subiendo, mesas acomodándose, objetos siendo acomodados en dichas mesas, los locatarios en su mayoría artesanos abren sus locales para atender a los visitantes que en cualquier momento iniciará a llegar. El reloj marca las nueve de la mañana los turistas comienzan a caminar de un lado a otro viendo lo que ahí se encuentra, vestidos, cerámicas, figuras de madera, joyería en plata, abanicos, muñecas, etc. Los locatarios comienzan a gritar para llamar la atención de cada persona foránea que pasaba, unos lo consiguen otros más solo esperan con una sonrisa tener más suerte. En uno de estos locales se encuentra una bella joven que desde muy pequeña aprendió el oficio de artesana de la cerámica gracias a su madre y su padre, ellos le enseñaron a hacer las mejores piezas como bellas vasijas, floreros, platos, joyeros, pequeñas figurillas para colgar del cuello, entre más cosas. Su padre era el que siempre las vendía en el mercado pero al faltar una pieza importa en su vida había dejado el local, ahora ella tenía que ver por el local para así lograr sacar adelante a su padre. La muchacha de cabellos castaños rizados sujetados en una coleta con un rostro fino y delgado enmarcado por unos ojos de un azul celeste sin igual, su piel de color crema como la leche; era la más bella del mercado y muy talentosa; siempre mostrando una sonrisa a todos los que pasaban esperando que algún turista le llamará la atención algo de su trabajo, en sus manos sostenía un pincel con pintura rosa para comenzar a decorar un florero, mientras veía a las personas p***r, sentada por fuera, levantó los ojos al cielo y vio las letras doradas con el nombre del local, “Artesanías Isabel”

-Mira que belleza- una mujer que caminaba por los pasillos del mercado se acerco al lugar donde la joven artesana trabajaba- oh Dios me encanta- la joven dejo de lado el pincel para atender a los recién llegados

-Si, es muy hermosa- réplica su acompañante mirando las dos con unos ojos brillantes la vasija en sus manos

-¿Cuánto cuesta?- pregunta la primera sin apartar la vista de la pieza de cerámica

-250 pesos- contesta la joven con una sonrisa

-¿Cuánto sería en dólares?- comienza hacer los cálculos, desde muy chica antes de abrir el local por las mañanas siempre consultaba el cambio de moneda en el mercado para cuando llegaran los turistas extrajeron darles un precio justo 

-23 dólares- contesta la joven con una sonrisa, la mujer le devuelve la sonrisa con agrado

-Me encantó se verá muy bien en la sala- dice la mujer- me la llevó está bellísima- le extendió la pieza, la chica la tomo para envolverlo en papel;

-Mira está otra- dice la mujer morena que venia acompañando en el paseo.- yo creo que a mi hija le encantaría

-Pues llévasela una de tus amigas te pidió un suvenires- la mujer mira a la joven-  ¿Cuánto cuesta?- la ánimo la primera.

-Esta, esta en 30 dólares- les responde con una sonrisa

-Tienes razón, me la puedes dar por favor- la extiende para que la muchacha lo envuelva como la anterior pieza.

-Aquí tienes- las dos mujeres le extiende el dinero,- muchas gracias- toman cada una la bolsa con sus respectivas piezas

-Gracias a ustedes y que tengan una estancia agradable aquí en la ciudad- hace una reverencia y sonríe.

-Gracias- las dos mujeres se retiran felices con sus piezas de cerámica. La chica se persigna siendo lo primero que vendió en el día, un hombre de cabello cobrizo que pasaba por el lugar se acercó a saludarla

-Hola hija ¿como has estado tu y tu papá?- la joven le sonrió con amabilidad

-Bien don Arturo, ya sabe con su bajas y altas pero bien

-Mándale un saludo de mi parte- Sofía sonríe como siempre. La vida no haba sido buena con ella, pero ella trataría de ser dulce con los demás, no tenía mucho que dar pero una sonrisa a todo el mundo era lo mejor que tenia. 

-Claro don Arturo espero pronto verlo por la casa para saludé personalmente a mi papá

-Claro hija me voy a dar mi tiempo- el señor siguió su camino, mientras ella seguía con su trabajo, tomo de nuevo el pincel para pintar en el tazón. Y así pasa el día, entre muchos turistas que habían llegado a ver el festival de la primavera que se hacía cada año, éstos días eran de los mejores para tener buenos frutos de su trabajo, y no fue la excepción para la joven.

El reloj de la plaza marca las cinco de la tarde, el mercado comienza a quedarse solo poco a poco, así que todos comienzan a recoger sus respectivos locales ha acabado otro día.

La joven al cerrar su local camina por los pasillos del lugar con una sonrisa despidiéndose de todos los que como ella venden alguna artesanía;

-Adiós Sofía- saludaban cada uno

-Que tengan un feliz descanso niña- le decía don Arturo, los demás así se iban despidiendo uno a uno.

-Adiós Sofía- dice una joven de cabellos rojizos, ojos verdes y tez blanca, es una de sus mejores amigas.

-Adiós Melisa- contesta- nos vemos mañana

-Adiós Sofía que tengas una bonita tarde- dice el joven que está a un lado de Melisa, su rostro se dibuja una enorme sonrisa coqueta, es el chico más guapo de la ciudad, de cabello rojizo, su tez blanca al igual que su hermana.

-Gracias Alan igualmente para ti- les contesta con una sonrisa, son amigos desde la infancia, para Sofía son como sus hermanos que nunca tuvo. Ellos siempre estuvieron en los momentos más difíciles, la apoyaron, creando un gran lazo de amistad- me saludan a su mamá

-Claro Sofía de tu parte- contesta solicito Alan, el no deja de ver irse a Sofía hasta que desaparece.

-¿Cuándo le vas a decir a Sofía tus sentimientos?- le pregunta su hermana detrás de él

-No sé, no quiero perderla- Alan retoma su trabajo de recoger las muñecas que hace su familia- siempre hemos sido grandes amigos, si le digo puedo perderla y eso no lo soportaría.

-Si no le dices la vas a perder- le contesta su hermana sonriendo de lado- puede llegar alguien a robártela como hace tiempo

-Eso no pasará ella será mi novia- sentencia Alan- y mi esposa, ya vamos a terminar para ir a casa

-Yo solo te digo que te pongas las pilas hermanito- fue lo último que dijo Melisa siguiendo su trabajo. Alan sabía que tenía que actuar pero tenía miedo a ser rechazado.

Sofía siguió su camino hasta llegar a un local a medio cerrar;

-¿Te ayudo en algo Laura?- se ofreció ayudar, a una mujer mayor que ella, más alta, de cabello negro, con destellos de blanco en pequeñas partes de su largo y ondulante cabello, de tez morena claro y sus ojos color negros. 

-No, muchas gracias, ya solamente cierro mi niña ya casi nos podemos ir- dijo Laura.

-¿Y como te fue en las ventas Laura?- preguntó Sofía esperando buenas noticias, los días pasados no les había ido muy bien.

-Muy bien hoy estuvo lleno de visitantes, por el festival, gracias a eso, éstos días nos irá muy bien- el agotamiento la hacía recoger todo lentitud- ¿y a ti cómo te fue mi niña?- Sofía se apresuro a socorrerla, al terminar colocaron los candados a la cortina del local. 

-Me fue perfecto Laura, hoy vendí varias piezas de cerámica, tendré que llegar al taller hacer alguna más- lo dice con una sonrisa- otras solo tendré que pintarlas, comenzaron a caminar para salir del local

-Que bueno mi niña, me da mucho gusto- al salir del mercado Laura se tropezó por lo que Sofía la ayudo tomándola del brazo, 

-Cuidado Laura

-Gracias mi niña- las dos siguieron su camino.

Laura y Sofía todos los días iban y venían juntas, puesto que eran vecinas. Desde que Sofía perdió a su mamá Laura Ortiz la cuidaba, siempre la consolaba, la aconsejaba en todo momento; Laura era como su madre, siempre procurándola en todo. 

-¿Y cómo está tu papá?- cuestiono Laura 

-Bien ya sabes cómo siempre espero encontrarlo mejor ahorita que llegue a casa- Laura e Isabel la madre de Sofía, eran grandes amigas desde la juventud, eran como hermanas así que Isabel antes de morir le pidió que cuidará a Sofía, que la guiará en el camino, se lo hizo jurar, pero para Laura no fue por cumplir su promesa sino que en Sofía veía a la hija que nunca tuvo, para ella era un placer y una dicha aconsejarla, por eso siempre estaba ahí honrando el juramento que le hizo a Isabel, cuando escuchaba que Marcos estaba en mal estado, siempre iba a ayudarla.

-Hay hija Marcos no se merece una hija como tú- suspiró con pesar Laura

-No digas eso Laura, él es mi padre, y yo quiero velar por él,- contuvo una lágrima no le gustaba lo que su padre era- él sufre y necesita de mi amor de hija- en un abrir y cerrar de ojos ya estaban en su casa, 

-Mi niña si necesitas algo no dudes en venir a buscarme- dice Laura palmeando sus manos- solo toca, está es tu casa.

-Si Laura no te preocupes- Sofía le dedicó una sonrisa, despidiéndose de Laura que entra a su pequeña casa. 

Sofía da unos pasos para llegar al portón de su casa, al entrar mira los rosales que florean en la parte delantera su casa, su madre las había plantado antes de su enfermedad, así que Sofía las cuidaba con interesa y amor ahí tenía vivo su recuerdo.

Al entrar a su hogar se encontró con la mirada de su padre que la espera en el pasillo con ansias, ve sus ojos rojos, llenos de tristeza, esa era ya su mirada desde que faltó su esposa, Sofía le da gracias a Dios de encontrar ahí a su padre, porque sería otra noche de angustia pensando ¿cómo o donde estaría su padre?; de qué bar lo echarían por lo ebrio que pudiera ponerse, para olvidar el dolor que tiene en su corazón desde hace mucho tiempo;   

-Papá ya llegué- se acerca Sofía para darle un beso en la mejilla con barba algo descuida, pero el evita el beso, Sofía solo lo ve- papá ¿cómo ha estado tu día?- trata de tocar su mano pero la mueve evitando de nuevo su contacto 

-Ya me di cuenta- en su voz se nota un fastidio- al fin llegas, llevo horas esperándote, necesito que me des el dinero que ganaste hoy.

-¿Para que?- cuestiona dando medía vuelta y tomando en sus manos su bolsa- ¿para que lo termines tirando en el alcohol?- Sofía guarda silencio un momento- mejor vamos a cenar- voltea a ver a su papá con una sonrisa

-No tengo hambre, ya deja tus ridiculeces, dame el dinero- alza un poco la voz

-Lo siento papá pero no- se vuelve a  dándole la espalda a su padre

-¡Te estoy diciendo que me lo des niña estúpida!- se acerca a Sofía lleno de enojó, ella intenta huir pero su padre la alcanza y la toma de la coleta muy fuerte para acércala más a él.

-No pienso darte el dinero- Sofía comienza a llorar por el dolor, no de que su padre le este jalando el cabello sino porque ya siente que duele más el ver qué ese hombre es su padre y poco le importa. 

-Niña estúpida dame el dinero, no hagas que te lo repita dos veces más- la jaloneo de un lado a otro, como si fuera una muñeca de trapo. 

-No papá, no hagas esto me lastimas- se escucha el sollozó de Sofía

-Dame el dinero, no pienso repetírtelo otra vez- dice elevando la voz, pero también levantando la mano como señal de que la va a golpearla. Al final Sofía termina cediendo

-Aquí tienes papá, pero por favor ya no se haga más daño- le da el dinero- es todo lo que saque hoy,- él hombre arrebata la bolsa 

 

-Solo esto- mira el billete de 20 dólares

-Si solo eso- lleva sus manos a la cabeza tocándose su cabello, donde su papá le estuvo jalando el pelo.

-Deberías dejar de hacer esas tonterías, mira ya no deja nada de dinero, tendrías más futuro en otro trabajo- la mira de arriba abajo, le sonríe de lado y sin decir nada, abre la puerta para salir de la casa dejando a su hija llorando, no le duele lo que ha hecho su padre ahora, sino que prefirió acabar así por el dolor de perder a su esposa Isabel tras luchar varios meses contra del cáncer de mama. Fueron meses de lucha tras lucha, Marcos no perdía la esperanza de que su esposa saliera de esa enfermedad, siempre cuidándola con amor, siempre buscando ser su sostén, dándole la fuerza y alegría que ella necesitaba en los momentos más duros del tratamiento de las quimioterapias.  Pero desgraciadamente llegó el día fatídico que su corazón ya no resistió, ese día con su último aliento les dio sus últimas palabras a sus grandes amores de la vida Sofía y Marcos Elizondo; 

~~~-Los amo, Marcos cuida a Sofí ella te necesita más que nunca- tomo su mejilla- Sofí amor, pedacito de mi corazón cuida a tu papá dale todo tu amor

-Mami no me dejes faltan muchas cosas por vivir los tres juntos- Sofía tomaba su mano dándole pequeños besos

-Que más quisiera yo mi pedacito de corazón pero ha llegado mi hora- trato de sonreír- nunca olviden que los amó, y tú Sofí has nuestra artesanías como te enseñe los…- en ese momento su corazón se detuvo.

-¡No mamá!- grito Sofía con dolor

-¡No amor mío!- grito Marcos tomando su rostro y besando sus aún cálidos labios- amor no me dejes te necesito- los doctores entraron pero ya nada pudieron hacer Isabel había muerto. ~~~

Desde ese día su papá no fue el mismo le faltaba su amor, su compañera, su amiga, su todo, después de cinco años su padre se había dedicado a beber para según el olvidar, pero todos los días después de regresar de perderse en el alcohol, llegaba llorando y gritando a Isabel que volviera por él para estar juntos por siempre, Sofía al escuchar esas palabras su corazón se apretujaba de dolor con los desgarradores gritos de su padre, siempre sintiendo temor que algún día al regresar del trabajo lo podría encontrar muerto, pero siempre que llega se llenaba de alivio al verlo sentado en el sofá viendo los rosales o en su habitación dormido, o esperándola para quitarle el dinero.

Sofía se levanto del suelo limpiándose la cara, tomo su bolsa y busco en su interior un escondite de dónde saca el demás dinero que ha ganado en el día para guardarlo y así tener el gasto de los días siguientes, camina a la cocina para preparar algo de comer al terminar va al único lugar que es su refugio donde puede sentir cerca a su mamá, el taller… Ahí olvida el sufrimiento, recordando los momentos que vivió con su mamá y su papá, los días que los tres hacían algo de cerámica…

Quince años antes; 

-¿Hija que haces?- una voz dulce, serena y amorosa de una mujer alta de cabeza castaño llega junto a la niña que trabajaba con la cerámica,

-Estoy haciendo una taza mami- la niña sostiene en sus manos sucias por estar trabajando con la cerámica una pieza que no tiene forma de taza mas parecía un plato gigantesco

-Que bonita taza- dice la mamá- pero le falta algo a tu taza tesoro- informa sin cambiar su tono de voz;

-¿Qué es mamá?- cuestiona la pequeña con curiosidad; 

-Corazón eso le falta, le falta un toque de corazón- la niña mira la pieza de cerámica y mira a su mamá.

-¿Cómo le hago para que no le falte corazón mamá?

-Poniéndole todo el cariño que sale de aquí- con el dedo índice señala en el pecho de la niña a la altura del corazón- veamos cómo que podemos hacer- toma la pieza de cerámica, comienza a moldearla con interés y mucho amor, hasta que le sale una pieza perfecta, que tiene un brillo diferente de lo que había mostrado la niña; se la enseña a su hija- mira, verdad que se ve mejor- asiente con la cabeza y sonríe feliz, 

-Mamá enséñame a hacerlo como tú por favor- junta sus manitas

-Esta bien, ven siéntate conmigo- le señala un banco alto dónde de inmediato la pequeña se sube

-¿Que hacen mis soles?- entra Marcos con una enorme sonrisa al taller después de un día de trabajo

-Papi hacemos una taza con el corazón- contesta Sofía muy sonriente que corre a abrazo a su padre, este la carga y su camisa termina batida de resina

-Mira me has manchado,- Sofía se asusta pero su padre la abraza con fuerza y la come a besos haciendo reír a la pequeña- vamos los tres a trabajar les parece- propone su papá a lo que Sofía y Isabel sonríen felices.

Desde esa tarde su mamá y su papá le enseñaron todo lo que sabía Sofía de la cerámica, como hacer moldes, como pintar las piezas, entre muchas cosas. Siempre Sofía poniendo todo el interés y corazón a su trabajo, por eso era una de las mejores de la ciudad, ganando varios premios.

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