Un año había pasado desde aquella cena en casa de los Holmberg, la cena que separo a un par de tortolos que ahora sufría en silencio, porque sus padres no les permitían estar juntos y su amistad de años, estaba terminada. Pero nadie los mando a que fueran tan mentirosos, solitos buscaron su desgracia, pero no era momento de reclamarles nada, ambos sufrían en silencio (ya ven nunca hay que cantar victoria antes de tiempo). Los primeros días, las cosas eran terribles, los padres de ambos caminaban como desconocidos uno al lado de otro dentro de la misma casa. Ellas los ignoraban por completo, solo hablaban lo indispensable, y eso si las señoras estaban de buen humor, de lo contrario era mejor huir. Amaban a sus hijos, pero tampoco se iban a exponer a tanto sufrimiento. Kiya no soportaba ver a sus padres de esa manera, mayormente se la pasaba en su departamento y en el trabajo, los fines de semana los visitaba unos pocas horas. Melody era su única compañía. Kevi
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