Erior.La cordura la perdí al apenas entrar a la habitación del hotel. No tuvimos que decir ni una palabra, ella me empujo sobre la cama y quitó mis pantalones. Yo la tome por la cintura y creo que ni cuenta se dio cuando ya estaba completamente desnuda, vibrando cada que pasaba la lengua por su anatomía, cada que mordía y lamía sus senos. Mia es una exquisitez que espero solo yo pueda disfrutar siempre, hasta el día de mi muerte. Gime y la arrojo sobre la cama, quito mi camisa y ella ríe tapando su cara. Le gusta lo que ve, pero le avergüenza que la vea desnuda. Excelente, eso me hace poner más duro. Muerdo su cuello, gime.&nb
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