77. ¡MÁTALA!
El mar había estado rompiendo furiosamente contra aquella roca desde hacía dos días. El silencio alrededor, invadido únicamente por el aullido cada vez más hambriento de las olas, le había hecho recordar aquel nefasto día en que había sido arrastrado a sus ojos en el faro del Albir. Dominic alguna vez había pensado que el mar se la arrebataría, pero unos momentos de breve felicidad y efímera esperanza le habían hecho olvidar que nunca había sido su destino conservarla.¡Iluso! Lara jamás había sido realmente suya, Lara era una de esas estrellas que se había atrevido a tocar por unos instantes, y que había terminado abandonándolo, como solo una estrella, poderosa y lejana, podía lastimar.Dominic se había negado a participar en el inicio del ritual. Si bien era cierto que su voluntad estaba atada y que sería él q
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