Abro lentamente los ojos, la luz del día ha desaparecido y es remplazada por la confortable luna, el cielo ya no es azul claro y despejado, ahora lo cubre un bello manto oscuro y cubierto por millones de luciérnagas que volaron tan alto que se quedaron allí pegadas, miro la luna, esta es grande y en simples palabras está hermosa, suspiro. No recuerdo haberme quedado dormida, pero, si recuerdo un libro que decía que para pedir deseos se debe soplar la luna fuertemente, como si se tratara de mover de allí con ese aliento de vida, sonrió al recordarlo, así que sin dudarlo ni un solo segundo, lo hago, con todas las fuerzas que me permite reunir mi cuerpo y con todas las esperanzas que mi alma me lo permite, lo hago, con el corazón en la mano y los sentimientos a flor de piel, las lágrimas pican mis ojos, amenazando en salir sin mi permiso, suspiro y soplo en dirección a la luna, lo hago tan fuerte como
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