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Todos los capítulos de Domando Al Alpha: Capítulo 101 - Capítulo 110
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capítulo cien
El día estaba maravilloso, y la pelinegra estaba mas que encantada con el ver que la gente a su alrdedor comenzaba a soltarse mas, como si estuviesen en su casa, hablando y charlando amenamente con ella como una mas de la familia, sin tanto temor a la negativa del alpha, pues ahora parecía un pequeño cachorro mirando a su dueña, era simplemente adorable. El ver como solo tenía ojos para ella, y aún que a el no le gustase ese tipo de eventos donde a gente concurria por mayor, el lo iba a dejar pasar, pues el ver la sonrisa radiante de su esposaa, las acciones nerviosas o aquellas que hacía inconcientemente, lo volvían loco. April se sentía sumamente fliz, sentía que por fin tenía una familia, un lugar al que llamar hogar a fin de cuentas, un esposo totalmente lindo y adorable con ella, amigos y aprendicez que están con ella en cada obstaculo, y una suegra increíblemente buena, ni hablar de la fantástica aceptación por parte de los pueblerinos hacía ella que estan mas que encantados de
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Capítulo ciento uno
El día se oscurcia, todos se saludaban alegres y tomados, dispersándose para volver a sus casas aún cuando querían seguir mucho más tiempo en el banquete. Mandia distrajo a Cassimiro alegando que necesitaba ayuda con su habitación, ella tenía una idea de lo que pasaba en las mentes de ellos, era obvio lo que planeaban hacer y ella en un punto estaba de acuerdo, por eso se puso de vountaria no llamada para distraer a el castaño por unas horas pidiendo su ayuda. April se enganchó al brazo de Abdel, y con una mirada a su alrededor para ver que nadie los estaba viendo, lo empujo para que siguieran el camino hacía las mazmorraz, donde estaban seguros que no había andie mas que los guardias hacíendo su trabajo. A lo lejos, se vió a dos lobos transformados en donde estaba la puerta de metal que dirigia a el sotano de la mansión, Abdel los había mandado una vez que terminó el banquete, y ellos accedieron de buena forma. April los saludo con la mano y una pequeña sonrisa, siendo esta devolví
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Capítulo ciento dos
Caminaron a pasos rápidos, querían terminar con eso de una buena vez por todas, April tenía en su mano derecha una jeringa cargada para inyectarle a Zaira el liquido, la dormiría al instante y no causaria problemas, como en su ceremonia. La muchacha (Considerada para muchos como una loca demente de poder) se encontraba atada, con mas de tres cadenas pegadas en el suelo, impidiendo que su cuerpo hiciera movimiento alguno, era de esperarse, luego de la escena que hizo hace menos de un mes. April nego con la cabeza, sentía culpa de que Cassimiro tuviera que ver a su hermana día y noche atada de esa forma, de sentír la impotencía de no poder hacer nada por ella, pero tenía en claro que no se podía ser buena con ella. La pelinegra se acercó, Zaira parecía estar completamente dormida, por lo que se le facilitaria el trabajo, dio un paso alrededor de las cadenas, asegurandose de no tocarlas por miedo a despertarla, preparo la jeringa y busco su brazo para terminar su tarea de una buena v
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Capítulos ciento tres
No era algo muy difícil de descifrar, ella era mala, no importa la maldición, la moral, o el que su hermano ya no sea algún tipo de secuaz para ella, estaba encerrada y era algo que iba a protestar hasta la muerte, miles de planes se ideaban en su cabeza lista para atacar al próximo guardia que le diese comida o agua, se iba a vengar de cada uno de ellos de la manera más cruel y sádica que ella tenía, iba a hacer que sus seres queridos agonizaran delante de ellos para hacerlos sufrir y luego matarlos de una forma lenta y muy placentera para ella, ya lo iban a ver.La puerta se abrió, y ella en un segundo se encontraba escondida en un ángulo oscuro de la pared que no permitía ver a ningún lobo o humano lo que estaba a dentro, su sonrisa se ensancho y permitió que su corazón palpite lento, tenía solo una oportunidad de hacerlo. Se escuchaban que tres personas entraban al lugar, algo completamente extraño ya que esas semanas solo venía un guardia inútil que la ignoraba en todo lo que dec
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Capítulo ciento cuatro
Sus ojos teñidos de negro miraban con impaciencia a la mujer delante de él, su aura hostil era dirigida a ella, pues esta se atrevía a ver a su luna con ojos maléficos, eso para el no iba a ser aceptable. Caminó a zancadas hasta llegar a la jaula, viendo en la esquina oscura a la muchacha que creía que se iba a burlar de su vista, pero claramente no sabía que la magia anuladora de sentidos no funcionaba para el. De quedó quieto, observándola, haciéndole saber que era podía verla, que podía matarla si quería, que sufriría si no cambiaba su actitud ante la situación, no debía meterse con el, pues junto a su luna el le regalo más años de vida, si no fuera por April, Zaira estaría muerta.
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Capítulo ciento cinco
A veces en la vida hay que saber cuando hay que rendirse, cuando hay que tirar la toalla y dejar que el destino te lleve a donde tenga que ser hasta que componerse. O simplemente para morir y ser feliz en aquel mundo paralelo del que todos hablan. Pero no Zaira, ella iba a pelear, estaba segura de que si moría o dejaba su vida en manos del destino todo iba a ser malo y ella no iba a estar en en cielo....no, la luna no iba a ser buena con ella, lastimosamente tenía sangre licantropa asique la posibilidad de que fuera al infierno era muy probable.
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Capítulo ciento seis
La miró a los ojos, estiro su mano enfundada con la fina y cara tela cocida a mano que April había pedido para el, paso su brazo a través de los gruesos barrotes de más de dos metros de largo, y tomó el cuello de la camisa destruida que vestia el cuerpo flacucho de Zaira, esta asustada, se defendió con uñas y dientes, razguñando al alpha mientras era acercada hacia el. Un fuerte golpe se escucho, el cuerpo de la de pelo corto estaba estampado contra los barrotes, las lágrimas caían de sus ojos como las mismísimas cascadas, y el odio en ellos era puro y horrible.
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Capítulo ciento siete
El sudor corría por su piel aperlada, dandole una visión humeda a su cuerpo, Abdel sostenía con fuerza el cuello de su camisa, con sus ojos oscuros observándola con asco y odio, el cuál gran parte era devolvído por ella. April apretó el brazó del alpha en una leve señal, pidíendo en físico que pare de hacer lo que tenía planeado, solo había sido una pequeña confución por parte de Abdel quien pensó que Zaira estaba a punto de atacar a April cuando esta se acercó a los barrótes.—Abdel, calmate—Susurró en tono gentíl, no quería que el mal humor que tenía le hiciera mal, pues repentinamente tenía esos ataques como si el fuera un lobo adolescente el cual no puede controlar a su lobo interior recién encontrado.—Oh si, calma al cachorro ese. Sería bueno que le enseñaras algunos modales de vez en cuando. No seas mala dueña.—Se burlo la que estaba dentro de la celda, recibiendo por conciencia un gruñido por parte de abdel.—Es mejor que cierres la boca, tendríamos que tomar tu coonsejo y en
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Capítulo ciento siete
La detuvo, estaba claro que si ella hablaba de más iba a ser un gran problema, ya sabía que abdel no tenía ni un más mínimo de tranquilidad en esos momentos, por lo que tendría que hacer era controlar la situación lo mejor que le era posible, alejó a abdel de la jaula y ella misma se acercó con decisión hacia ella, no era tonta, tenía la guardia alta, pasó sus manos a través de los grandes barrotes tal como lo había hecho el alpha, suspiró y tomo el brazo de Zaira que estaba media aturdida por el golpe que le estaba por dar Abdel.
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Capítulo ciento nueve
—Es mejor que cierres el picó si quieres seguir con vida.—Aclaró—Vinimos aquí para hablar de ti y de tu sentencia.—¿Y en que tengo que ver yo en esto?—Preguntó mordaz, recibiendo otro gruñido por parte de Abdel.—Es muy simple en realidad, solo quiero que estés informada sobre tu destino, que te aseguro...es mucho peor que estar deshonrada en esta cárcel.—¿Algo peor que esto? Dime más, estoy deseosa de saber.—Sonrió de mala gana, quitando bruscamente las manos de April de su cuerpo.—¿Sabes que por tus crímenes podrías ser sentenciada a morir de la peor forma que podrías haber escuchado?—¿Acaso tengo algún derecho en ese tipo de decisiones?—Preguntó desde la obscuridad que la rodeaba, escuchando un suspiro de April.—No, tu ya decidiste antes que esto, cuando estabas entre hacer o no el mal, ahí tenías algún tipo de derecho.
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