Después de haber salido de la oficina, vinimos hacia este restaurante de lujo donde los platos son increíblemente elaborados y la decoración del lugar sumamente sofisticada, y por mi parte, soy la única mujer en este almuerzo de negocios y cuatro hombres sentados a mi alrededor distendiéndose, conversando acerca de deportes creyendo de que no me entero de que va la conversación, pero lo que ellos no saben es que estoy al tanto de cada una de las cosas que comentan —discúlpanos, Jimena, los hombres solemos ser así de “pesados” cuando hablamos de estos temas— se justifica Fabricio y simplemente levanto mis manos como haciendo un gesto de que no pasa nada.—Por mí ni se preocupe, estoy acostumbrada a estas conversaciones— explico.—Nació en Buenos
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