71. Historia sin fin
FELIPEEmilia lleva un par de meses con insomnio, pero no le digo mucho, porque entiendo que es su forma de pasar la pena y no la juzgo, jamás podría ponerme en su lugar, porque tengo hermanos y si bien por obviedades de la vida, en algún momento a mis papás les tocará partir, tendré a mis hermanos para no sentir ese vacío que describe ella.Me levanto al baño y miro la hora en el móvil cinco y cuarto de la mañana y Emilia no está en la cama, por lo que voy a la sala para ver cómo está. La encuentro en el sillón, abrazada a sus piernas, mirando a la nada.—¿Cómo estás, bonita? —pregunto, mientras la arropo con una manta y me siento a su lado.—Hay cosas que nunca voy a entender de mamá y a pesar que no nos llevábamos del todo bien… extraño las cosas cotidianas, ¿sabes? —dice sin mirarme, manteniendo la misma posición.—Es lo normal, amor y aunque su relación madre-hija no fuera la mejor, en el fondo siempre actuaste en modo de defensa, así como para protegerte a ti misma, o para no dañ
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