—¡No! —exclamé—. No, no, no y no me niego ¿Estás loca? Definitivamente Simone tenía que estar loca si creía que la seguiría en semejante locura.—Oh vamos sweety, por favor —me rogó haciendo un mohín, a sabiendas de que nunca me resistía a ellos—. Míralo como obsequio de cumpleaños—No, ni hablar —dije soltándome del brazo que me tenía agarrado—. Puedes pedirme lo que quieras, menos eso—Haber no me dijiste una vez que te gustaría hacerte uno —Si ¡Hace siete años y medio borracha!—Por favor sweety —repitió.—Pero ¿Por qué? ¿Por qué de repente sales con esa locura?
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