Si Decides Amarme
—Tú nunca fuiste estúpida, mucho menos ingenua —la calidez de su aliento choco contra mis labios entre abiertos, su rostro estaba muy cerca del mío y miles de alarmas se activaron en mi interior pero mi corazón las silencio con sus latidos—. El único imbécil e ingenuo en nuestra historia fui yo.
Parpadee, queriendo despertar del letargo que me produjo observar cada facción, casi perfecta, de su rostro y con más ahínco sus labios tentadores. Me resultaba curioso que a pesar de tanta oscuridad, estando así, tan cerca de él, pudiera reconocer cada uno de sus rasgos.
—Tú de ingenuo no tienes ni un pelo —logre decir sin que se notara en mi voz lo nerviosa que estaba.
—Te equivocas, princesita —y que me llamara de esa forma fue lo que me desestabilizo por completo—. Fui tan ingenuo para creer que en mis planes la posibilidad de fallar no existía. ¿Y sabes por qué?
Mi pecho tembló; — ¿Por qué?
Una de las comisuras de sus labios se alzó, ladina, antes de lamerse lo labios y responder:
—Porque termine perdidamente enamorado de ti.
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