EL PERDEDOR
¿Quién dijo que el dinero compra la felicidad? Esa es la pregunta que Aren se hace todo el tiempo después de que la mujer de su vida lo dejara en el altar.
Él lo tiene todo, o al menos eso que la gente dice que el dinero es todo en la vida. Tiene riqueza gracias a sus empresas relacionadas a la industria automotriz, un privilegiado estatus social, y una apariencia física que es la envidia de muchos. Sin embargo, eso no evita que sea llamado un “perdedor”, después de todo, le faltaba lo más importante para muchos; alguien que lo ame por lo que es y no por lo que tiene.
El constante señalamiento de la sociedad y los medios de comunicación, hacen que Aren deje de ser el hombre estratégico que fue siempre para tomar decisiones, y se pierda el control de todo. Su mente se nubla de tal manera, que, dejando todos sus principios a un lado, él decide comprar el amor por llamarlo de alguna manera.
Si bien su decisión está fuera de sus principios, su desesperación no llega al punto de hacer que meta a una completa extraña a su vida, sino que a una mujer que él conoce muy bien y puede beneficiarse de esta oferta que él tiene para hacerle. Esa “afortunada” es Haizea, una joven empresaria que busca ser parte del mundo en el que se mueve Aren, y no lo consigue por no tener un apellido que avale su estatus social y económico.
Necesitándose mutuamente por motivos diferentes, ambos armaran un teatro para convencer al mundo de que Aren no es un perdedor, y que Haizea es la joven promesa en un mundo de negocios lleno de prejuicios, pero ¿Qué pasara después? ¿Será esto acaso un trato con fecha de vencimiento?
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