Primera Opción
Cuando Jorge Echeverría y yo cumplimos cinco años casados, la verdad finalmente salió a la luz: todos se enteraron de la muchacha que él mantenía escondida en aquel hotel.
Para evitar que la señalaran como la «amante», Jorge apareció con los documentos de divorcio en la mano, diciéndome:
—El profesor Quiroz fue mi mentor. Y, antes de fallecer me hizo prometerle que cuidaría de Emilia. Ahora que todo esto se ha hecho público… tengo que responder por ella.
A lo largo de todo nuestro matrimonio, Emilia Quiroz siempre había ocupado el primer lugar para Jorge.
Anteriormente, cuando me vi obligada a enfrentar esta misma situación, me desmoroné por completo, aferrándome a ese matrimonio entre lágrimas y reclamos, resistiéndome a terminar nuestro matrimonio.
Tras eso, caí en una profunda depresión, pero Jorge, influenciado por Emilia quien comentó con ligereza: «Mariana parece estar perfectamente bien», terminó convencido de que yo fingía para manipularlo. Incluso, creyó que intentaba tenderle una trampa para acusarlo de infidelidad, por lo que procedió con el divorcio por la vía judicial.
Fue entonces cuando comprendí una dolorosa verdad: jamás podría competir contra una deuda de gratitud. La desesperación me llevó a tomar la peor decisión: me quité la vida.
Pero, esta vez, cuando desperté en esta segunda oportunidad: firmé los papeles sin pensarlo dos veces.