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El internado

El internado

Tenía tanto miedo, salgo corriendo mientras la sangré corría por mi piel, no sabía de quién era esa sangre ni que es lo que había hecho. Estaba asustada, pero a la vez me sentía entusiasmada, la adrenalina que corría por mi piel. Puedo escuchar a los lejos unos pasos, busco un lugar donde esconderme y entro a una habitación, estaba vacía, busco dónde puedo esconderme, siento que alguien pasa su mano por mi cintura y cubre la boca con su otra mano. —Shh no grites —Dice al soltarme y volteo a mirarlo. —¿Me extrañas? —No comiences con eso Mar. —Oh Thiago, no te resistas — Me mira fijamente y su cara se transforma de una seria a una de preocupación. —¿Qué hiciste? —Yo— escuchamos unas voces afuera, nos escondimos debajo de la cama y podemos observar solamente los pies de un par de personas. —¿Está muerto? —Sí. —Ahora que harás. —Decir la verdad. —¿Cuál es esa verdad? —De quien lo mató. —¿Quién fue? —Fue Mar.
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El tormento de Valeria 2.0

El tormento de Valeria 2.0

Cuál era el sentido de vivir aún estando en el mismísimo infierno? ¿En qué parte mi vida se convirtió en un libro en donde mi destino ya estaba escrito? ¿En qué momento estaba con los ojos cerrados? Cegada al obscuro rumbo que estaba tomando mi vida, del que me conducía a recuperar la felicidad perdida sin saber que solo estaba cayendo lentamente al más profundo abismo de lo que se volvería mi tormento. Creí que avanzaría si dejaba todo atrás. Sin embargo volvía a retroceder hasta llegar al punto de inicio. Fui enviada con mi tía luego de que mis padres fallecieron en un accidente. En ese instante pensé que ya no había necesidad de seguir viviendo, ya no la había si mis padres ya no estaban conmigo. Ya no había razón si ya estaba muerta por dentro. Sin embargo, me aferré a la idea de que las cosas con mi tía cambiarían para bien, que su cálida compañía me ayudaría en cierto modo, haciéndome sentir que aún no estaba del todo sola. Que era evidente que la esperanza era lo último que moría. Ahora más que nunca deseaba llorar. Pero siempre terminaba callando si no quería buscar problemas. Definitivamente ella no era mi tía. Y más cuando me vendió a Amado Gorkis; un hombre sumamente engreído y asquerosa mente egocéntrico hasta los talones. Vamos, el chico se creía el jodido centro del universo y solo por eso estaba convencido en que todos eran sus súbditos. El idiota —En un intento de desesperación— Buscaba a una bella esposa para heredar una cuantiosa fortuna. Patético. Pero en fin, así es como inicia mi nueva vida llena de tormentos atada al mismísimo diablo en su majestuoso reino del Inframundo. Ahora pienso fielmente que... No juzgues a un libro por su portada.
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