4. ¿Enfermedad?

¿Y si no te vuelvo a ver? 

Capitulo 4. 

—Gales Jurek— 

Cada día que va pasando, me siento más estresado, tal vez por la cantidad de trabajos que nos dejan en la escuela, o por soportar cada cosa que me hace Cassie. No suele ir todo los días a clases, y las pocas veces que va, solo está distraída y, demasiado pálida. A veces quisiera saber qué le pasa, pero no somos amigos y me mandará al carajo. 

Acepto que no la tolero del todo, pero la chica parece que tiene carencias de amor, y por más que quiera tratarla mejor, no puedo, ella desata mis peores demonios. Hace unos días nos tocó hacer un trabajo juntos y, por no estar de acuerdo en una respuesta, me tiró un libro encima y se salió enojada. Cada día está peor, y odio que debamos vivir tan cerca, y que encima de eso, mi hermano la adora. 

En pocos días supo cómo ganarse a mi hermano, y a Mia. Con Ernesto no se lleva nada bien, y no creo que alcancen a tratarse mejor. No cabe duda que ser prima de Emilio la ha dado a conocerse, todos le hablan y ella los ignora, pero creo que se han acostumbrado a estar con ella, aunque siempre tenga cara de culo. «creo que come mucho limón, porque siempre está con su cara amugada». 

—Ahora sí estás perfecto —mamá me voltea al espejo, y sonrío viendo mi imagen. No me veo tan mal, y si me viera tampoco se lo diría—. Hoy vas arrasar con todas esas chicas de la escuela. Pero quiero pedirte algo. 

—Después que no sea cuidar a Ellen, todo está bien. Porque sabes cómo es cuando se pone hasta las chanclas. 

—Que te le acerques a Cassie, me he dado cuenta que es solitaria, y tu hermano por más que la anima ella nunca sonríe. Creo que desde que vive al frente nunca la he visto sonreír. 

—Olvídalo, ni yo le agrado a esa chica, ni ella a mí. Es muy... ¿petulante? 

—¿Te cae mal por el hecho de consumir drogas? —Me quedo callado—. Te he dicho que el hecho que alguien fume no quiere decir que sea una mala persona. Tal vez ella solo necesita el cariño de alguien. 

—Solo no quiero estar cerca de Cassie y, por favor no insistas —trata de hablar, y levanto mis manos—. Debo irme, me están esperando los chicos. 

Es lo más tonto que ha dicho mamá, ella sabe todo lo que pasé con la adicción de papá, y ahora me pide que me le acerque a Cassie. «Estás loquita, mamá». Salgo de la casa y veo a mi hermano y a Mia hablando con Cassie, Ernesto está a unos pasos de ellos, así que me le acerco. 

—¿Qué onda? —Lo saludo, chocando su puño con el mío—. ¿Por qué no estás con lo chicos? 

—No me gusta el olor a marihuana —sé que lo dice por Cassie—. ¿Nos vamos o qué? 

—¡Ey, chicos! —Los llamo para que me miren, y cuando lo hacen me doy cuenta que Cassie está en pijama. Esta chica es muy extraña, por ser una chica me imaginaba su pijama llena de dibujos, pero la de ella es toda negra, y es larga—. Vámonos, llegaremos tarde. ¡Linda pijama, latina! 

Me ignora. Creo que es la única chica que me ignora, o por lo menos la que más me ignora. 

—Eres feliz jodiendole la vida Cassie —Mia me saca la lengua y la empujo—. Te va a terminar gustando, síguele así y terminarás loco de amor por esa chamaquita. 

—Antes me convierto en gay. 

Es una idea descabellada, Cassie y yo no tendríamos futuro. Menos cuando ella es una adicta, y yo odio eso. 

[....]

La hemos pasado muy bien en la discoteca, ya habíamos quedado con algunos compañeros de la escuela, y todos estaban allá. Entre ellos mi hermano, Steven y Hairéth. «Los novios más cornudos de todo la preparatoria». Ya es de madrugada, y por lo menos no debemos ir a la escuela, porque todo sería un lío para despertarnos. 

Mis amigos entran a su casa, y yo sigo hacia la mía. Estoy buscando mis llaves en los bolsillos de mis jeans, y veo que Cassie está sentada en el andén de su casa. Luce tan triste. Camino hacia ella y me le siento a su lado, no se molesta en hacerme mala cara, y menos en hablar. 

—Es muy tarde para que estés aquí afuera —rompo con el silencio—. ¿Estás bien? 

Levanta su mirada, tiene los ojos hinchados. Ha estado llorado. 

—¿Oye, estás bien? Has estado llorando, tienes los ojos rojos e hinchados —vuelvo hablar. 

—¿Te puedo pedir algo? —Esperaba un insulto, pero de igual manera asiento—. ¿Me abrazas? Por favor. 

Sus últimas palabras casi son un susurro, y por más que me sorprende que me pida un abrazo, la atraigo a mi pecho y la escucho sollozar. Su llanto es muy fuerte y, parece que no quiere que me aleje. Lo dudo unos segundos, pero paso mis brazos por su espalda, y ella me estruja. Qué habrá pasado para que esté tan mal, Cassie parece una chica muy fuerte, y ahora se mira tan vulnerable. 

La miro, y veo sus lágrimas rodar por sus mejillas, sus labios tiemblan, y su cara luce muy colorada. «Eres tan joven para estar tan mal». No soy nada agradable a veces, en realidad, he dañado gente, y me han dañado a mí, y ahora mismo puedo decir lo que sea que la va a destruir, pero no soy capaz. 

—A veces pensamos que somos inquebrantables como el diamante, y cuando recordamos lo que nos dañó, nos sentimos frágiles —se aleja de mí. No entiendo de qué está hablando—. Pensé que era más fuerte, y la verdad es que me derrumbo cuando siento que no puedo más. 

—¿Por qué hablas como si te hubieran hecho daño? —Se queda callada—. Enfrente de todos te miras tan fuerte, y prefieres estar lejos de todo lo que te molesta, pero ahora no pareces tú. Te miras diferente a la chica que lleva días viviendo aquí. 

—Es válido derrumbarse —sonríe sin separar sus labios—. ¿O es que tú nunca has sentido que el mundo se te viene encima? 

Tomo aire por mi nariz, y lo dejo salir por mi boca. —Me han derrumbado como no alcanzas a imaginar, pero mírame aquí, como si nada hubiera pasado —me mira en silencio, y no me había fijado en la tristeza que hay detrás de sus ojos, ella es...linda, pero no es feliz—. ¿Quién eres realmente, Cassie Irving? 

—Algún día lo sabrás —se levanta, y hago lo mismo—. Puedes irte, ya no te necesito. 

—¡¿Por qué tienes que ser tan hostil?! 

—¡No me grites! 

—¡Tú tampoco me grites! 

—¡Vete al infierno! 

Me tira la puerta de su casa en la cara, y no sé en qué momento terminamos gritándonos, si estábamos hablando como dos adolescentes normales. Sinceramente no creo que nos llevemos bien nunca, pero ahora tengo curiosidad por Cassie, y quiero saber quién es, y por qué siempre que creo que hará una cosa, termina haciendo otra y, me confunde. 

[....]

Los gritos de la casa de enfrente me hacen abrir los ojos, y cuando miro por la ventana veo a mamá, tiene a alguien abrazado. Espero que se separen y veo que es la profesora Irving, se me hace extraño y eso me pasa por no ir a mirar quién eran las vecinas nuevas. 

Me lavo los dientes, y me doy una ducha en tiempo récord. Entro a la habitación de mi hermano y le lanzo una almohada para despertarlo. Me hace mala cara y yo solo sonrío. 

—¿Quién es la mamá de Cassie? 

Me mira extrañado. 

—La profesora Irving, ¿no lo sabías? Todos lo saben. 

Claro, por eso sus apellidos, y por eso no la sacaron de la escuela cuando la acusé de estar fumando. Ignoro la pregunta de mi hermano y salgo corriendo de su habitación. Encuentro a mamá en la puerta, tiene sus ojos rojos, y se está secando las lágrimas. 

—¿Por qué lloras, mamá? —Me le acerco, y por más que me sonría se mira muy triste. 

—Cassie... 

—¿Le pasó algo? 

—Su madre la encontró tirada en el piso de su habitación, tuvo una sobredosis. Parece que está muy mal. La ambulancia se la llevó, y su mamá irá detrás. No sabes lo mal que está la señora Irving, tener que ver a su hija tan mal le afectó mucho. 

La hago a un lado, y salgo de la casa. Escucho su voz diciendo que adónde voy, y no le presto atención. El pueblo es pequeño, el hospital más cerca está a unos minutos, así que allí debe estar. No puede ser que Cassie se siga haciendo daño, y puede que sienta miedo porque ya viví todo esto con la muerte de papá, pero siento que no puedo dejarla sola. Ayer estaba tan mal, y yo no me molesté en preguntarle por qué estaba así. Cada vez que nos vemos siempre nos tratamos mal, y soy yo el que más la molesta y ella me ignora. 

Apenas llego al hospital veo a la mamá de Cassie sentada en una silla. Está llorando, y no sé que decir, así que me le siento al lado. Cuando se da cuenta de mi presencia se seca las lágrimas. 

—Gales —habla con voz débil—. Creí que no eras amigo de mi hija, nunca los he visto juntos. 

—No somos amigos, pero sé que debió estar muy mal como para terminar aquí —intento sonreír, y creo que pareció una mueca—. ¿Qué han dicho de su estado de salud? 

—Está mal. El haber tenido una sobredosis hizo que su enfermedad se saliera de control. 

—¿Enfermedad? 

—Cassie tiene Leucemia —siento que mis ojos se quieren salir de mi órbita cuando la escucho decir lo de la enfermedad—. Por eso es tan delgada, y tiene ojeras la mayoría del tiempo, en parte es por lo que consume, pero su enfermedad la va acabando poco a poco, y ese maldito vicio solo hace que se destruya más. 

¿Qué? ¿Cassie está enferma? Joder, yo solo paso molestándola, y ella nunca me dijo esto. 

—Supongo que está tomando algún tratamiento. 

—A veces, cuando está de ganas —adsorbe su nariz—. Me ha costado que deje las drogas, y creo que por eso discutimos todo el tiempo. Cambió mucho desde que... —se queda pensando—. Olvídalo, puede que algún día ella te cuente. 

Me siento tan mal, yo no he sido comprensivo con ella, y tal vez en la madrugada estaba llorando por todo lo que le ha pasado. No debe ser fácil tener una enfermedad y ser tan joven, ella tiene su tiempo contado, y sabiendo eso solo se destruye consumiendo. Algo tuvo que llevarla a meterse esas porquerías. 

No quiero meterme en su vida, y menos ahora que sé que está enferma. Si me encariño, y algo le pasa me va a doler, no estoy dispuesto a joderme la vida de nuevo. Ya tuve demasiado con la perdida de papá, mis crisis de pánico, y todo lo que sufrí cuando mi segunda novia se alejó de mí porque según ella yo no era suficiente. Todo eso me hizo cambiar, y creo que por eso ahora trato de alejarme de todo lo que me puede hacer daño, o que yo pueda hacerle daño. Y Cassie tiene cara de Karma, puede que me cobre todas las que he hecho por tener el alma dolida. 

—Ashley Lancaster— 

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