¡Déjame monstruo!

—S... señor... —ella tartamudeó mucho y él dio un paso amenazador hacia ella, lo suficientemente grande como para cerrar toda la distancia entre ellos haciéndola jadear.

Antes de que ella pudiera dar un paso atrás, sus dedos serpentearon detrás de su cuello y agarró la nuca de su cuello con un agarre dominante que hizo que su rostro se inclinara hacia arriba. Se le cortó la respiración cuando pudo mirarlo correctamente. La luz de la luna caía sobre la mitad de su rostro haciendo más visible la cicatriz en su ojo.

Aria tragó saliva. Debería haber mirado hacia otro lado, pero no lo hizo. La curiosidad se apoderó de ella cuando sus ojos se posaron lentamente en sus rasgos. Pero continúan mirando la cicatriz. No pudo evitar preguntarse qué tan doloroso habría sido para él. Y luego sus ojos parpadearon hacia los helados orbes azules adornados con gruesas pestañas.

Ella tragó saliva y su corazón latió con fuerza cuando notó la intensa mirada oscura en sus ojos y de repente sintió que su pie
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