—¡MALDICIÓN DUNCAN!— grita después de haberle succionado con fuerza su clitoris hasta que se corre en mi boca y jala mi cabello. Subo rápidamente y la penetro de golpe haciendo que tiemble, clava sus uñas en mi espalda y sus manos se deslizan por mi cabello mientras el vaivén de mi cintura es rápido y sostengo sus piernas bien abiertas y con la voz ronca espeto.

—¿quieres que me corra ya? ¿Deseas que te la dé toda? ¡Aahhh! mi hermosa aurora— le pregunto haciéndolo más duro y gimiendo, ella olvidando su timidez cuando está debajo de mí, grita en negación.

—n-no, no qui-e-ro, no acabes nunca Dun, Dun ¡AGH!—me salgo después de unos minutos y la cambio de posición.

—ahora vas a apoya la mitad de tu cuerpo en la cama y dejarás tu trasero arriba— me mira con la carita roja y ojos muy adormilados y me habla

—¿así?— se desliza y alarga sus brazos en la cama su trasero choca con mi pelvis y sus piernas se acomodan. Me muerdo el labio inferior y espeto.

—me lo haces tan difícil cuando pones es