Capítulo 25

El teléfono casi se le cae de la mano a Astrid cuando oyó el alarido furioso de su padre al otro lado de la línea.

¿Qué demonios le pasa?

La voz de su madre se coló entre el ruido.

—Tranquilízate, amor, no te alteres, no le des un susto a nuestra hija…habla con ella con serenidad…

Astrid frunció el ceño. ¿Por qué su madre tenía que intervenir para apaciguar a su padre?

—¿Papá? ¿De qué me estás hablando? ¿Qué tiene que ver mi esposo con esto?

—Lo siento, hija, lo siento mucho. Me equivoqué contigo, me equivoqué con ese desgraciado de Knut. Creí que era un buen hombre, por eso les di mi bendición cuando se casaron tan jóvenes…

Astrid no podía creer lo que escuchaba.

—Papá…

Su padre la atropelló con sus palabras como si no existiera.

—Nunca imaginé que Knut te fuera infiel y menos a ti, hija. Pensé que se querían, pero quizás solo yo me dejé engañar por la fachada que mostraba. ¡No pensé que me equivocaría tanto al juzgar a una persona!

Astrid sintió un escalofrío. ¿Qué estaba pasando?

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