“… X-Xavia… ¡N-nos equivocamos al tratarte así en ese entonces! ¡Por favor, hay tanto dinero aquí! ¡Sería casi imposible para nosotros encontrar la cantidad exacta!”, tartamudeó su segunda tía que no era tonta.

Sabiendo muy bien que Xavia finalmente había regresado para cobrar venganza, suplicó que la liberaran de su inminente tortura.

“Cuéntalo. ¡No me hagas repetirlo por tercera vez!”, se burló Xavia cuando su segunda tía instantáneamente comenzó a llorar de miedo.

Sin saber qué más hacer, se puso en cuclillas y comenzó a contar los dólares, uno por uno.

“¡Recuerda, quiero la cantidad exacta! ¡Ni más ni menos! Repito, el dinero es tuyo una vez que digas la cantidad final correcta. Sin embargo, si dices la cantidad incorrecta, ¡podrás seguir contando para siempre!”, agregó Xavia con una sonrisa antes de caminar hacia un lado y beber un vaso de agua que su subordinado le había dado.

Al mismo tiempo, un joven con gorra frunció el ceño bajo su máscara mientras seguía observando las