Capítulo 184
—Vaya, no sabía que tuvieras tanta imaginación. Y… vaya que te sobra la vanidad.

Antes de que él replicara, Daisy retiró su mano con un tirón y alzó la palma en señal de «stop».

—Si quieres que te cambie el vendaje, cierra el pico.

Poniendo fin al intercambio, señaló el sofá que se encontraba en medio de la habitación.

—Siéntate ahí.

Conociendo el carácter de Daisy en esos momentos, Fernando prefirió obedecer sin chistar y se acomodó en el sofá. Daisy trajo el botiquín y se situó detrás de él para quitarle las vendas y sanear la herida. Cuando vio la infección, frunció el ceño con preocupación.

—¿Qué estuviste haciendo estos días? —preguntó con un tono que sonaba más a reproche clínico que a curiosidad personal.

Como doctora, era imposible que Daisy no manifestara cierta molestia si veía que un paciente había descuidado así su lesión.

—Nada en particular —respondió Fernando, sin voltear. Sin embargo, en un acto reflejo, dirigió la mirada sobre el hombro para contemplar el perfil de Dai
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