-¡Señorita! – me vuelve a llamar la asistente de vuelo, giro la cabeza, deposito el boleto en su mano que verifica, brinda las instrucciones respectivas avanzo hacia el interior rumbo al avión, necesito estos días de descanso, encuentro mi asiento, cierro los ojos y termino por dormirme antes de que el avión despegue, gracias al cielo es tranquilo, llego en el tiempo correcto, salgo del aeropuerto encontrándome a la persona que han enviado por mí, una enorme sonrisa se forma en mis labios al ver de quien se trata.

-¡Nana! – le digo y ella me abraza - ¿Por qué has venido tú? Desviste enviar a uno de los muchachos – ella ríe a carcajadas y me regala su mejor sonrisa, esas que me daba cuando mi madre me reprendía o cuando no estaba en casa por algunos días, fueron pocas ocasiones.

-Es imposible – abre la cajuela y me ayuda a colocar la maleta dentro - &i