Santo sudario, esto se pone de infarto y ahora ese griego y qué griego, se acerca para desbancar el corazón de Dafne y del destino de Sofía.
Les dieron a cada candidata unos obsequios de los auspiciantes, además de set de maquillajes para la gran noche, perfumes, un álbum de fotos profesional para sus futuros proyectos. Elisa abrazaba sus obsequios, porque eso era lo único que tenía en esos momentos: un set de maquillaje de una renombrada marca, sus fotos, algunos obsequios de cierto valor y para sorpresa de todos se elegiría en esa velada a la más Fotogénica de las candidatas: —El premio para la más fotogénica del certamen es para…—se escuchó el redoble—Dafne Montessori. Muchas aplaudieron emocionadas por ese hecho: Le dieron una banda y una placa con una de sus mejores fotos y en letras doradas las palabras Miss Fotogenia y un set para tomar fotos de alta calidad y un premio de 5000 dólares. —El premio para la candidata más talentosa es para…—más redobles—Elisa Baker, con su Tap del corazón. Elisa se levantó emocionada a recibir su premio. El premio consistía en un curso en la escuela de arte durante un año con tod
Cap. 54 ¡La Mamacita del año! “La última vuelta de esta pasarela es para que se graben los rostros de estas bellas señoras que lo han dado todo en esta competencia”. Era la voz que Dafne escuchaba por parte de la presentadora en esos momentos y sus ojos no dejaban de escudriñar rostros y no veía a Diego por ningún lado. Los jueces tenían que deliberar en esos instantes y se reunieron para revisar la puntuación y compartir sus pareceres. Katrina estaba atenta a todo y vio llegar a la policía y al personal de seguridad del hotel, entonces se alarmó y fue a ver lo que pasaba, en ese momento sacaban en camilla a Dolce malherido y ella se acercó a verlo: —Dolce, ¿qué te hicieron? —Diego… Helipuerto…—avanzó a decirle. Se lo llevaban. Katrina entonces corrió cerca del escenario, los jueces ya tenían el veredicto, todos estaban emocionados, podía ver la angustia en el rostro de su hija y en el de Elisa, de todas formas no sabían qué esperar de ese momento. La anfitriona era una conocid
Cuando el helicóptero llegó al Mynos, barco propiedad de Karagiannis, tenía un mal sabor de boca con lo pasado, la niñera estaba asustada y la bebe comenzó a llorar, entonces le gritó: —¡Quieres callarla! Ella asintió nerviosa y comenzó a pasear a la niña por la cubierta; mientras él caminaba hacia su camarote se iba quitando la ropa. Era momento de enfriar las ideas y un baño era lo indicado, abrió el grifo y su cuerpo esculpido por los dioses se fue empapando, era una sensación bastante reconfortante para su alma atormentada. El agua se deslizaba por su cuerpo mientras que apoyado en la pared recordaba la expresión desoladora de esa mujer… ¿Quién era esa mujer? Esos ojos grises lo estaban atormentando en esos momentos. Cuando salió gritó: —¡Admes, Admes! Admes era mayordomo de los Karagiannis desde hacía mucho tiempo, siempre sintió una debilidad por Constantine y ahora lo atendía personalmente. —Admes necesito un trago fuerte… —Le traeré un Ouzo, señor…—entonces se detuvo par
Tenía un mes en coma, lo cierto es que no le daban esperanzas de que despertara, pero tal fue la determinación de su mente que comenzó a hacer un recordatorio de lo pasado: —La Mamacita del año es… Dafne Montessori… La lluvia de papeles y pétalos, los flashes, la desesperación… ¿Desesperación por qué? Su mente le mostraba el camino hacia un ascensor… cada vez que se acercaba a la puerta del mismo su corazón se agitaba. Un nombre flotaba en el ambiente: Diego… Diego estaba arriba… ruido ensordecedor. Su dedo se movió en ese momento, se llevaban a… a… ¡Sofía! A su hija, no, no podía dejar que eso pase, no. Se quejó y Katrina se levantó al escuchar que ella gimoteó. —¿Dafne? Parecía luchar por decir el nombre de alguien. —Dafne, hija tranquila…—fue a llamar a la enfermera—ayuda, algo le pasa a mi hija. La enfermera se acercó y la revisó, entonces salió corriendo a buscar al doctor, mientras Dafne luchaba por detener al hombre que se llevaba a su hija: —Es mi bebe… Sus labios mu
Agatha preparó unas invitaciones especiales usando unas tabletas en donde puso imágenes de la pequeña Ariadne y fue a casa de sus suegros cerca del mar, no solía visitarlos; sin embargo, juzgaba que era una oportunidad valiosa la que iban a tener de limar asperezas. Delfa estaba en la piscina cuando escuchó que tenían visitas y al salir vio a su nuera: —Agatha. —Suegra—besó su mano—es un placer verla. Delfa no era amiga de visitas, pero sintió curiosidad por ver a su nuera Agatha en casa. —¿Pasa algo? Ella le tendió la pequeña tableta y la mujer la recibió curiosa, vio un video de invitación a la presentación familiar de Ariadne Karagiannis. —¿Una niña? —La adoptamos, se llama Ariadne, me harían el honor de estar presente este sábado en la fiesta de presentación de mi pequeña. Delfa no sabía qué decir, es que no se veía yendo a una fiesta de una pequeña que no llevara la sangre Karagiannis, eso nunca lo concebiría. —Por favor suegra… —Pensé que adoptarían a un niño… —Ariadn
Sofía pataleaba desesperada siendo vista por Dasha que solo sonreía esperando lo peor. Constantine se asomó por la ventana que daba hacia la piscina y vio a la niña pataleando en el agua y enseguida se movió a auxiliarla. Corrió quitándose la ropa y se lanzó al agua y nadó con desesperación hacia la niña que se hundía. Dasha se mordió los labios e hizo su escena: —¡Dios mío! Comenzó a gritar y la niñera se despertó aturdida, Admes llegó a ellos y vio el rescate, su amo sacaba a la pequeña inconsciente: —Admes, llama al doctor. Comenzó a darle los primeros auxilios y la pequeña reaccionó al poco tiempo botando el agua, el corazón de Constantine latía ferozmente y la niñera reaccionó y asustada exclamó: —¡Dios mío! Dasha se le fue encima y la golpeó: —¡Estúpida, la niña pudo morir por tu descuido! La niña comenzó a llorar y Constantine la tomó en brazos, el agua goteaba por su melena húmeda y consoló a la pequeña: —Calma pequeña, ya pasó. La arrulló como un padre lo hacía con
“Recuerda todo lo que hablamos… Te llamas Teresa Rossi, has trabajado como niñera por 10 años, tuviste un evento inesperado cuando intentaron raptar al niño de tu jefe”. Su cabello lucía diferente, se lo había cortado en forma desigual, usaba lentes de contacto y lentes encima para darle un aire intelectual, cerquillo, nada de glamures, ella debía ser inmirable. Arrastraba su maleta por el aeropuerto cuando vio un vehículo esperándola, tenían un letrero con su nombre: Teresa Rossi. “Nunca mires de frente, sé cordial y atenta, pero no demasiado, por Dios no seas evidente”. Su corazón latía veloz, sonrió levemente y subió al vehículo, mientras recorría las calles de Atenas solo pensaba en Sofía, Sofía, su hija… “Debes controlarte, para todos los efectos Sofía es hija de ellos”. Nunca lo sería, sobre su cadáver. Vio la mansión Karagiannis ante sus ojos y cuando el auto se deslizó al interior sintió las manos heladas. Al bajar el mayordomo la esperaba: —Bienvenida señora Rossi. El
La expresión de Constantine era de enojo, Dasha se le acercó: —¿Querido qué te pasa? —Nada, no me pasa nada. Volvió al interior de la mansión y Dasha vio a Teresa inquieta. —Él no sabe ser así, es que mi hermana no es la mujer que él merece. Se fue por la segunda entrada. Dafne arrullaba a su hija con adoración, sentía que algo no caminaba en ese momento, era una fuerte intuición. —Sofía pronto nos iremos de aquí—la besó. Dasha se escabulló hacia el estudio, necesitaba saber lo que pasaba y escuchó: —¡Cómo es eso de que Diego se ha blindado! Ese maldito me engañó. Ella no entendía quién podía ser ese Diego y cuando… —Escucha, esa mujer… Dime qué está bien, estuvo en coma…—se pasaba una mano por su melena—¿ha iniciado acciones legales? ¿Acciones legales? —Escucha, esto se me salió de las manos, no puedo devolver a la niña. Dasha se llevó una mano a la boca y entonces escuchó: —No sé, no sé qué hacer, es que Agatha ama a esa niña y yo… m****a, esto se me salió de las manos.