La sonrisa de Maya trata de volver en cuanto se bajan del taxi y se emplean directo a su apartamento. Como es viernes la gente de su vecindario está charlando y bebiendo, comiendo y pasándola bien en el alrededor, que es un gran patio, al igual que una ciudad pequeña y por todos lados se encuentran tiendas, puestos, locales de bebidas y una que otros juegos de casino. Es un paisaje digno de admirar porque pese a que los rascacielos de Nueva York ya lo han dejado muy atrás, la multitud de su vecindario da colores y mucha buena vibra. Maya tiene que sonreírle a Jenny en cuanto la observa dejar sus cosas dentro de un puesto bien conocido en el lugar. De comida rápida, venta de cervezas y golosinas. Una vez que Jenny saluda a la mujer, le presenta a Maya, quien sonríe y muestra un muy buen gesto.—Oh, es un placer. Mi nombre es Britney pero todos me dice Briggie —responde la señora.—Un placer, Briggie —contesta Maya al instante que observa el resplandor de la tienda guindando arriba de
Por mucho tiempo la llamó Ale: diminuto de Alejandra. Sus ojos atentos y radiantes le hacen recordar mucho al hombre que al parecer vuelve a ella después de mucho tiempo, y aun así tiene Maya que dejar el cigarrillo, colocando la mano detrás para finalmente exclamar:—¡Ale! —sonríe.—¡Maya! Por Dios, ¿qué haces por aquí? —las dos se infunden en un gran abrazo. Está sorprendida hasta más no poder.—¡Es lo mismo que te pregunto! —Maya se aleja para verla de arriba hacia abajo, sonriendo—.¡Estás radiante, Ale! ¿Qué haces en Nueva York?—Bueno —la linda mujer frente suyo se ríe por debajo—. Vine a ver el juego porque mi primo me invitó y me tenía todas las noches repitiendo lo mismo ¾dice, y Maya por supuesto no puede dejar pasar a quien nombra. “Su primo.” Sabe muy bien, bastante bien quien es su primo—. Y aquí vive mi pareja. Aproveché a quedarme aquí, acabamos de llegar del partido.—Oh, eso es genial —es lo que Maya menciona. Cuando nota a Jenny, alza la mano hacia ella—. Mira Ale, el
En toda la extensión de la palabra, y en toda la larga noche Jenny no dejó de preguntarle sobre quién era ese hombre, quién en todos los lugares del mundo era ese aquel que la había hecho pronunciar esas palabras y sentirse así, en dónde lo había conocido y por qué apenas ella se enteraba de aquello. No queriendo formular más preguntas por lo mismo, Maya se sintió ida de arrepentimiento al tener a su amiga cuestionando sobre aquello. Y no era porque no quisiera contestar, sino por qué no sabía que era lo que tenía que contestar. Una vez entendiendo que la plenitud de todo aquello fue el beso entre Maximiliano y ella, apenas la noche anterior, es casi imposible mencionárselo a Jenny. Ni siquiera le contó sobre sus desnudos, gordos y lindos pechos estando en la mirada de su señor jefe. En ese momento no tuvo las agallas, ninguna para mantenerse lista en contárselo a su amiga, y confirmando por ella misma…no tiene la menor idea de cómo serían las cosas una vez que lo observase otra vez. Q
El peor temor de Maya es cómo conseguir las palabras necesarias para lo que siente porque no hay oración que pueda describir esta horrible emoción. Pasan unos cuantos instantes en el que tiene que acercarse a la camilla en donde reposa Giovanna, magullada y ensangrentada a su momento, mientras está siendo trasladada a la ambulancia. Sus manos tiemblan, su respiración se acorta porque no hay nada en ese preciso momento que pueda sosegarla al tiempo que mira a Giovanna de aquella manera y no tiene por ninguna parte indicio alguno de abrir los ojos. Su cuerpo está repleto de heridas y ni siquiera puede ver bien su rostro, apaleado de distintas formas. Jenny se tapa la boca al instante y niega de sobremanera, acercándose. Cuando Maya empieza a estar frente a la ambulancia, es la enfermera quien la detiene. —No, no. Déjeme ir con ella por favor. —Pero sólo será una de ustedes. Jenny traga saliva y asiente al unísono. —Ella irá, no se preocupe. Maya se voltea. Jenny también está ang
La manera en que Diana la observa justa al llegar le hace retroceder de inmediato, secando el sudor de las manos con su falda, apenas hundida en la calma que le ha causado el llanto y la preocupación. Diana todavía tiene puesto su vestimenta de la tarde. Su vestido ceñido y su cabello suelto, y las manos en su bolsa de hombro. El momento en que arriba pasa desapercibido un momento por ella, pero luego de escucharla mencionar su nombre con rareza, apenas acuerda los pensamientos. Ha llegado aquella mujer, quien muchas veces había puesto de cabeza el mundo del hombre que ha estado en su pensamiento en realidad desde que salió de la oficina. Le genera cierta lejanía observarla con ese mohín. Por supuesto que se pregunta qué hace ella en aquel lugar. Pero Maya tiene que suspirar, y toma su celular con fuerza cuando la vuelve a oír.—¿Qué haces aquí, Maya?Un remolino de emociones la atraviesa porque sabe que incluso es peor responderle como si conociera a Giovanna de toda la vida, y como
Los instantes para verla entonces le daban una respiración apaciguada del momento. Ciertamente es como ellas dicen. No debe haber otra cosa en la que pensar sino pedir a que todo salga bien. Que Giovanna salga de peligro. No cree que pueda haber más motivo alguna para que ella se sintiese incapaz de no sobrellevar el momento. La preocupación radica sus angustias, es un hecho. Pero también debe mantener la calma, a lo que ella estaba siempre acostumbrada. Pero la extraña sensación de saber que Giovanna está en peligro le genera pesadumbre. Y más cuando sabe que la juventud tan linda que posee crean un camino de brillo en donde quiera que se detuviera. Así que Maya le entristece que esto ocurra. Pero solo reza a que cada cosa salga bien.—¿Quién iba junto a ella? ¿Nadie? —pregunta Diana.Jenny no es que la conozca de la misma forma que Maya, pero sabe quién es. Le ha formado una expresión también de rareza verla en aquel lugar, aunque se permitió no opinar cuando llegó. Y es ella quien
No sabe si pensar en eso es lo correcto. Le crea simplemente pánico, un distanciamiento a lo que un principio había sido. O en el instante en que escuchó su voz por teléfono, tratando de decir que la estaba buscando y con diligencia pidiéndole decir si algo le había sucedido. Maya no sabe en qué pensar ahora. Es un revoltijo de emociones. No sabe si es correcto que esté ahí ahora. No sabe si ha hecho mal en pensar tanto a ese hombre como lo hace mientras…Diana está al lado de su madre y se comporta como la legitima pareja suya. Entonces, ¿qué ha pasado? ¿Había sido capaz Maximiliano de haberla besado cuando estaba reconciliándose con Diana? Y un momento pasa para hacerse otra pregunta, que le genera más de concierto, desilusión. ¿Había Maximiliano regresado… con Diana?El ambiente cambia de súbito, porque Maya escucha detrás suyo una voz que la hace retroceder a la pared, aunque no quiere mirar. Si su simple voz la pone a creer que ya ha caído entre el embeleso de las encantadores son
Stephanie y Jenny se miran entre el acto y se acercan la una con la otra, dispuestas a entonces meterse en su conversaciones y dejar a las dos personas encerradas en ese abrazo pleno llenando cada rincón cerca de sus corazonadas.Se queda Maya un momento sin corresponderle, pero más que nadie sabe que la situación lo afecta a él de una manera en la que no se puede describir, porque para Maximiliano, la joven Giovanna es parte de su todo. Ama profundamente a su hermana, siendo padre y aconsejador de la misma en sus años más cruciales, no cree que esto esté pasando. Porque perderla sería perder parte de él también. El sólo pensamiento le remueve el pecho de una forma inexplicable, que se pone tanto a cambiar su sentir para vaciar todo el malestar que ha sentido, entonces, dispuesta a abrazarlo por el cuello y cerrar los ojos, oliendo su aroma, cerca de su respiración. Por un instante sólo quiere hacerle entender que ella está ahí para él, porque no hay nada más primordial que hacerlo se