Los ojos de Diana se van directo a un punto que no es ni él, ni dentro del lugar, ni muchos menos cabecear en lo que apenas había escuchado. Quiere mencionar ciertas palabras y lo vuelve a oír. En un punto que ya es tan frágil como el mismo viento ondearse fuera de eso. Es como si la propia voz se hubiese marchado, y no es que mantenga una allegada lastima hacia sí misma, sino que quizás Maximiliano ha cometido el peor error de su vida.Así que se voltea, directo a punzar su mirada llena de decepción entre sus ojos y parece sonreír sin ganas. —Nos vio —susurra—. Ella te vio besándome. Quiebres dentro de su pecho se siente al instante en que Diana pronuncia esto. Una ráfaga de un miedo inexplicable, acobardándose sin duda sobre lo que escucha. En su rostro se observa la preocupación. El agobio que anega todo lo que es. Parpadea. La expresión de su rostro no es más que de una conmoción atormentada. Diana no parece estar mintiendo. Su expresión de igual forma se mantiene vig
No cuenta el momento que lo oportuna con el apretón y el denuedo de cada asalto de culpabilidad y falta llegando sin otra motivo que hacerlo sufrir un poco más. Las cosas no tenían porque salir así. Medita en la decisión que por todo aquel día asechaba en las agallas. Y esas mismas agallas lo aferraron a sentir que la vida podía volver a ser la misma antes de todo esto. Y creyéndolo así, salió a buscarla. Su deseo estaba haciendo se realidad. Y la realidad parecía el mismo sueño al escuchar de Diana todas aquellas palabras. Qué otra cosa podría salir mal. Cada cosa tuvo que salir más. No puede contener las ganas de pensarse como el peor de los idiotas existiendo. Más allá de corroborar todo esto, es una realidad. Y la manera que se debían dar las cosas no llegaban hacerla menos ni más dichoso. ¿Otra oportunidad? Maya no sabía, y tal vez no lograba comprender que Maximiliano había ido por ella. Si tan solo… Una ráfaga de indignación se apresura hacerle compañía. Apenas l
Son palabras que salen con fuerzan, y que hacen a Robert observarlo con una mirada cómplice que trata de ocultar. Maximiliano se quita los lentes cuando sabe que ha pensado en voz alta, y al contrario de denegar este absoluto refuerza lo que antes ha dicho:—Si conoces otra cosa que trate de esto te voy a pedir que me lo digas.Robert asiente de inmediato. En estos momentos es el único que puede saber que aún los sentimientos por Maya sobrepasan aquella suspicacia creada por simples conjeturas. Robert conoce muy bien a su primo. Y en vez de denegar su ayuda, le aprieta el hombro para tomar el periódico.—Descuida que yo lo haré —una sonrisa después se emana frente su rostro.Maximiliano le devuelve el aprieto y cuando consigue otras palabras acerca sobre lo mismo, los dos se giran al sonido de toque en la puerta. No puede faltar mucho el reconocimiento de quien se asoma por la puerta. Tanto Robert y Maximiliano sonríe con cuidado a la mujer que pide permiso para entrar. Al
—¿Estás bien ahora? La voz de Maximiliano le llega a Diana mientras se alejan del abrazo. Sus ojos hacen saber que la cercanía de la que eran antes merecedores aún sigue ahí. Una ligera sonrisa en Diana se observa con cuidado. —Claro que lo estoy —responde—. ¿Estás bien tú? Sirve como pregunta, pero como respuesta no tiene ni la misma sensación. No trata de querer aparentar que quizás la respuesta a esto no es igual que la de Diana, pero hace el intento de mantenerse claro al propósito que ahora obtiene. Diana lo observa con interés y Maximiliano mira otro lugar, luego devolviéndole la sonrisa una vez que la mira nuevamente. —Lo estaré. Entonces ella le contesta. Su mano viaja hacia su hombro. —Hablarás con ella, ¿De acuerdo? —su voz suena fuerte. Incrementó un poco de su voz habitual—. Tienes que prometerlo. No es ahora el momento adecuado para pensar que esto lo sobrecoge hacia un punto en el que incluso cree que está soñando. Pero no puede estar más que feliz, a pesar de t
Pocas veces había sentido un dolor de aquella manera. Supuso que no vio cuando llegó al lugar. Y aun así, pareció que incluso lo llevó a cabo a propósito. Entretanto, cuando las cosas no podían estar peor.Recuerda haber compartido algunas copas con Sean al salir del partido, a pesar de que en esa jugada los Yankees no lograron la victoria. Cuando no se había puesto a decidir si era el momento adecuado para cerciorar que su acompañante traía nada más ni nada menos que unas cuantas copas de más, Sean no quiso ir a su deslumbrante morada en uno de los distritos más glamurosos de Nueva York. Siendo un jugador estrella, con tanta fama y tanta riqueza, le pareció insólito. Y aún recuerda lo que había dicho, con tan afanosa rectitud.—Quiero pasar la noche contigo. Comenzamos juntos, terminemos juntos. Y ya está.A decir verdad no lo quería dejar solo. Su hermano, Tommy, no estaría con él sino con sus abuelos, quienes después de suplicarle a su nieto mayor de que dejara que ellos
No tiene sobresalto por haberla escuchado, y con su linda sonrisa, Maya le aprieta la mano y frunce el ceño, sonriendo también. Desde que habían llegado Maya no mencionaba oraciones tan largas y llenas de ilusión. En realidad, está callada más de la cuenta, pensativa. Y su estado hasta Giovanna no lo pasa por alto. —Estoy perfecta —menciona, tomando un poco de su café—. Lo estoy, Giovanna. —Quizás Sean sigue siendo un fanfarrón y no dio tantos hits como él creyó que haría. Jenny menciona al instante. Su mejor amiga está terminando de masticar para limpiarse las comisuras. No quería presumir pero Jenny se veía aún más resplandeciente que antes. Y no sabe si ha sido el mismo embarazo quien la tomó de la mejor forma. Lleva su cabello rubio suelto hacia un lado y sus lentes de ese rosa chillón aún permanece, pero cuando se dirige hacia Maya se los ha puesto arriba de su cabeza y sus ojos azules finalmente la escrudiñan con más severidad. El intento de salir de su mirada es imposi
Una fiel respuesta. Porque la seguridad es lo que debe y necesita Maya tener ahora. Otro poco más sintiendo nada más que colmada de tranquilidad para cuando es necesario dirigir lo que hace falta en ese día. Roy Sidney no estaría con ellos y con más razón tanto Chris y ella deben mantener todo lo involucrado. Emilia también ha llegado junto a ellos. Conoce la situación del lugar, algo muy lamentable según ella. Cuando habían observado todo el proyecto en aquellos días antes de la competencia, era una de las más fieles a que se mantuviera tal y como Maya lo había planeado. Que esto suceda está lejos de ser lo que había entablado y decidido. Y Emilia, muy a su pesar, también está dispuesta hacer lo necesario para que esto no ocurra. Ya cuando Mason llega, dan las dos de la tarde. Hay algunos datos que él tiene que observar antes de tomar una decisión. Y como iban las cosas, Maya no sabe aún qué decir con todo esto. Ni siquiera ha pensado en otro plan. Otro lugar. ¿Qué lugar pue
Pasa sólo un momento cuando la primera que se mueve en señal de antipatía es Maya, que manteniendo el contacto visual con Diana, rueda los ojos una vez más y se voltea. Es lo último en este mundo que quiere ver. Pasa desapercibida su expresión según ella y ni siquiera puede entender lo que pasa después. Diana se aproxima una vez más a ella. —Sólo escúchame —le pide por detrás. Es algo que no puede Maya entender y por ende lo hace—. Necesitas saber una cosa. No es tanta su sacudida que le genera el tan solo pensar que ha sido llamada por la mujer que ha venido desde el principio a hacerle saber que está nada más que enamorada por un hombre que no la ama. No es justo que ahora quiera mirarla en el sentido de que algo no ocurriese. Es nada más que inaguantable el cinismo. Desde el principio quiso hacerle saber que Maximiliano había estado jugando con ella: que estaba enamorado de ella, que la amaba, que la miraba como tenía que mirarla a ella. ¿Por qué continúa haciéndole esto? ya