Las tienditas que bordeaban la calle estaban llenas de todo tipo de cosas: desde deliciosos mariscos frescos hasta artesanías hechas a mano. También había pequeños restaurantes con un estilo único y familiar, de esos que invitan a sentarse y disfrutar del ambiente.Yulia caminaba tranquila, mirando los espaciosos escaparates, deteniéndose de vez en cuando para ver los variados productos en las tiendas. Sin darse cuenta, ya había comprado un montón de artesanías de conchas y caracoles marinos.Al pasar por una pequeña plaza, se detuvo al ver a varias señoras mayores bailando con gracia al aire libre. El ritmo alegre y las sonrisas la hicieron sonreír a ella también, así que dejó a un lado lo que estaba cargando y se acercó a una señora un poco más gordita, que estaba en el centro del grupo, para unirse a ellas.La señora la miró de reojo, y con una expresión bastante seria le dijo, como si ya la hubiera analizado:—¡No sabes bailar, ¿verdad?!Yulia, sin perder la compostura, movió las m
Yulia percibió la mirada de duda de Eugenio, pero mantuvo su sonrisa sin dejarse desorientar. Cuando la abuela de Eugenio se enteró de que ambos se conocían, soltó una risa alegre y, sin pensarlo dos veces, comentó:—¡Vaya, qué encanto tiene esta sencilla joven! Y además está muy guapa. La próxima vez que nos veamos, ¡bailamos juntas!Después de escuchar el cumplido, Yulia casi no pudo contener la sonrisa. Sus padres nunca se atrevían a halagarla de esa forma. La señora, que tenía una figura muy parecida a la suya, tal vez por eso se sintió tan cómoda al hacerle ese hermoso elogio.Un poco sonrojada, Yulia respondió con mucha delicadeza:—Usted también se ve genial.Alejandro disimuló la risa que sentía, divertido por la escena, mientras Eugenio, ajeno a la incomodidad de la situación, seguía con su rostro muy serio, como si nada pasara a su alrededor.—Bueno, me voy —dijo Yulia, levantando la mano en señal de despedida, lista para marcharse.—¡Espera! Mejor llámame abuela, como hace
Eugenio levantó una ceja y, después de pensarlo por un momento, tal vez adivinó que Florencia había terminado con él en secreto, sin decir ni una sola palabra a la familia Soto. No iba a hacerles el favor de darles explicaciones, no valía la pena.La abuela soltó un repentino suspiro y dijo:—No, no. Cuando termine de comer, voy a asegurarme de contarle a todo el mundo que rompieron el compromiso. Y, de paso, les devuelvo los regalos que mandaron los Soto.Eugenio mostró una ligera sonrisa.—De acuerdo, abuela, gracias por hacer todo eso.En cuanto la abuela se acomodó en el auto, de repente le lanzó otra pregunta.—Oye, ¿la joven esa, la que se llama Yulia, está casada? ¿Tiene novio?Alejandro, que iba en el asiento del copiloto, casi no pudo evitar mostrarle una mirada un poco interrogante a Eugenio, pero se contuvo.La abuela, al percatarse de su mirada, lo fulminó de inmediato con su mirada.—¿Qué, estás sordo? ¡Te estoy hablando!Eugenio suspiró por dentro, pero en su rostro no m
Cuando Eugenio escuchó esto, se quedó pensativo por un momento, como si estuviera sospechando algo. Al final después de un buen rato, suspiró y dijo:—Llama a la señorita Daniela y dile que no vamos a seguir con la colaboración.Alejandro no pareció sorprendido en lo más mínimo. Como siempre, mantuvo su postura profesional.Cuando Daniela recibió la llamada de Alejandro, ya estaba a punto de salir del hospital. Después de escuchar que Eugenio había rechazado la colaboración, sintió como si un pesado nudo se formara en su estómago, pero logró mantener la calma. Con una sonrisa forzada, preguntó:—¿Puedo saber cuál es el motivo?Desde el otro lado de la línea, la voz de Alejandro sonó muy tranquila, pero decidida:—Señorita Daniela, el presidente tomó en cuenta varios factores antes de tomar esta decisión. Al final, concluyó que solo el Grupo Yulia puede cumplir con las condiciones que necesitamos en este momento.Después de escuchar estas palabras, Daniela hizo un gran esfuerzo por calm
Baltasar se acercó a Yulia, y le quitó las cosas que llevaba en las manos y también tomó el bolso que tenía colgado del hombro.—¿Tienes hambre? ¿Te gustaría comer algo primero? —preguntó, con mucha delicadeza.Yulia sorprendida, sonrió al instante.—Sí, vamos a comer.Mientras conducía, Baltasar, con su tono tranquilo, le hizo una pregunta:—¿Te fue bien en Aqualis?Ambos sabían que trabajaban en empresas distintas, por lo que había cosas que no podían compartir entre ellos. Cada empresa tenía sus reglas correspondientes, y hablar de detalles laborales solo los haría meterse en terrenos peligrosos.Yulia pensó por un momento antes de responder:—Creo que sí, todo bien. Solo me queda un 1% de incertidumbre.No podía estar segura del todo de que Eugenio no tomaría alguna decisión impulsiva.Baltasar, con su tono habitual, le preguntó sin darle muchos rodeos a ese asunto:—¿Qué te pareció el ambiente en ese lugar? Y cuando nos casemos, ¿te gustaría vivir en Aqualis?Sabía que no podía qu
Después de comer, Yulia y Baltasar regresaron a su casa para descansar.Ella nunca había tenido tiempo de explorar muy bien el lugar, pero ahora, aprovechando que estaba tranquila, decidió echarle un rápido vistazo.En la sala, vio varios muñecos, muchos de los cuales le gustaban.Baltasar se fue a preparar jugo y le dijo que podía tomarse su tiempo para mirar todo.—¿Puedo ver el dormitorio? —Claro, adelante —respondió Baltasar, sonriendo.Yulia, con una sonrisa muy suave y delicada, abrió la puerta del dormitorio.Todo estaba limpio y ordenado. No había muchos adornos, ni nada que llamara demasiado la atención. Cerró la puerta, satisfecha, y decidió ir a ver el balcón. Al levantar la mirada, de repente vio unos calzoncillos masculinos colgados.Su rostro se sorprendió un poco y paso de estar tranquilo a estar rojo al instante, y de inmediato apartó la mirada.Un poco avergonzada, salió del balcón y se dirigió a la habitación de invitados.La habitación tenía solo una cama, sin más.
Diego llegó a casa con Iker, y como siempre, el niño fue corriendo a abrazar a Marina. Pero tan pronto como vio a su hermana bajar las escaleras, se emocionó tanto que empezó a dar vueltas y vueltas alrededor de ella, corriendo de un lado al otro como un verdadero torbellino.Marina esperó un momento a que Iker se calmara un poco antes de preguntarle, mirando a Diego con cierta curiosidad.Diego, sin darle demasiadas vueltas al asunto, lo soltó:—Todo por culpa de cortarse el pelo.Marina, un poco confundida, lo miró, esperando que le explicara la situación.Cuando Diego le contó lo que había pasado, Marina no supo qué decir. Entonces llamó a Iker, quien, con su tonta cara de felicidad, sonrió mientras Marina le acariciaba la cabeza calvita.El pequeño, metiéndose entre Marina y Diego, empujó con su trasero a su papá y, con una sonrisa traviesa, le dijo:—Mamá, si sigues tocando mi cabeza, me vas a hacer muy feliz.Marina no pudo evitar soltar una risa. Diego solo suspiró despreocupado
Regina le respondió, sin perder más tiempo:—¿Qué sabes tú? ¡Ve a pedir enseguida un taxi! Nuestro hijo es un buen joven, no se va a enojar. Y además, venimos porque queremos conocer mejor a su novia y saber más de su familia.Al principio pensaba esperar a que él nos trajera a su novia a Aqualis, pero anoche, mientras jugaba al póker con unas amigas, escuche un pequeño chisme que la dejó algo incómoda.Resulta que en una familia, el hijo se casó con una mujer de familia sencilla, pero los padres de ella no paraban de pedir dinero, como si fuera lo más normal. Si la gente está pasando por ciertas dificultades y en realidad necesita ayuda, lo entiendo muy bien, pero lo que hacían era de verdad un abuso. Solo de escucharlo le dio mucha rabia.Regina recordó que su hijo había mencionado algo sobre la familia de su novia, algo así como que eran de clase media, el papá era ejecutivo y la mamá era ama de casa. Si es así, bueno, eso lo puedo aceptar, aunque no se sabe si la joven será de fiar