Capítulo cuarenta: No hace falta que finjas“Narra Sabrina Spencer”Una ruleta rusa, eso era él y me había puesto delante para que cada vuelta soltara una bala que impactara en mi. Había sido todo lo contrario a aquello que me había contenido para no ser: intempestiva, emocional y espiritual. Me dejé llevar por la pasión del momento, por la vehemencia de la maldit@ noche y aquella sensación de poder del principio, de sentirme envidiada y avistada con orgullo por todos, no fue más que una falsa ilusión, una mala construcción de mi mente que hizo que todo jugara en mi contra y aquella rueda de la mala fortuna giró, jugando en mi contra. Su silencio me humilló. Su huida me devastó y la certeza de mi error me acobardó. Me quedé sin saber que hacer. Se mermó mi fuerza, mi voz tan viva, mi manera de llevar las riendas de mi propia vida marital tan esquemáticamente estudiada y se agotaron las riquezas del arca de mi autoestima. Lo perdí todo en esa sola frase. Increíble como el valor
Capítulo cuarenta y uno: El amor es una mentira "Narra Fabio Caruso"Mi corazón estaba latiendo acelerado, con aquel retumbar terrible e insistente. Reconocí aquel latido. Me recordaba a cuando era un crío, cuando me escondía de los golpes de mi padre. Ahuyenté aquel recuerdo. Pero la furia que sentía no hizo sino aumentar. —¿Cómo puedes pensar que no me importas, Sabrina? —cuestioné.—Porque te alejas de mí cada vez que te digo que te quiero.—Una vez más, Sabrina, estás confundiendo el sexo y la pasión con otra cosa. Pero esa otra cosa no existe. No puede existir. Le brillaban los ojos y yo no quería comprender lo que veía en ellos, por lo muy cerca que estaba de empezar a flaquear. —Te amo, Fabio —dijo Sabrina—. No creo que eso sea algo que tú puedas despachar así sin más. —Piensas que me amas —mascullé. Tenía la sensación de que me estaba volviendo de piedra—. Pero yo sé que no es verdad. —¿Ah, no? —Todo es una mentira. El amor es una debilidad. Un cuento de hadas que la ge
Capítulo cuarenta y dos: Hagamos un juego "Narra Fabio Caruso*Me quedé paralizado, como si me hubiera convertido en una estatua más de las que adornaban aquel salón. En los ojos color cobre de Sabrina brillaba algo más que una invitación. En sus profundidades brillaba un conocimiento que yo me negaba a aceptar. —Me crié en un prostíbulo —me oí decir a mí mismo como si alguien me hubiera arrancado las palabras—. Traficaban con mentiras y veneno, en las cloacas más infectas. Y el amor no era para ellos más que una de las drogas que vendían, un estímulo que desaparecía antes del amanecer. Pude ver cómo asimilaba aquella información mientras esperaba la censura. El asco. Vi la emoción agitándose en su rostro como una tormenta, pero no se retrajo tal y como yo había esperado. En lugar de ello, me miró con una especie de comprensión que yo quise negar con todas mis fuerzas. —Podemos jugar al juego que quieras, Fabio —replicó mi esposa como si ella fuera quien poseyera años de experienc
Capítulo cuarenta y tres: La peor prisión "Narra Sabrina Spencer"Las mujeres fuertes aguantaban, las mujeres fuertes no lloraban. Eso fue lo que me dije a mí misma cuando me desperté aquella mañana en la casa y descubrí que estaba sola. Y sin Fabio allí para insistir en aquellas verdades que parecía odiar tanto, me mentí. Me dije a mí misma que habría salido un momento, nada más. Quizá para resolver algún negocio. O para hacer un poco de ejercicio. Pero, muy en el fondo, lo sabía. Se había marchado. Si el matrimonio era para siempre, y yo sabía bien que aquel no lo era, entonces no importaba cuánto tiempo permaneciera ausente Fabio. No tenía por qué salir en su persecución. Ya le había dicho todo lo que tenía que decirle. Lo único que tenía que hacer ahora era esperar. Las horas fueron pasando, más de un día azules y luminosos como siempre. Y me descubrí menos interesada en disfrutar del ocio que en buscarme alguna ocupación, ahora que no había nadie allí para llevarme la contr
Capítulo cuarenta y cuatro: No sé lo que es el amor "Narra Fabio Caruso"Sabrina entreabrió los labios como si no pudiera dar crédito a lo que estaba oyendo. —Puedes tener a cualquier mujer que se te antoje. —¡Pero te escogí a ti! —troné—. ¿Es que no lo entiendes? Lo único que yo quería era coleccionar. Ganar. Tú no tenías por qué sentir nada, solo tenías que tomar el dinero. Y yo siempre he tenido el dinero. Pero entonces fuimos a la isla, regresamos a Londres y me dijiste que me querías y ya nada ha vuelto a ser lo mismo desde entonces. —Porque te amo —repitió Sabrina, con aquella misma certidumbre que había exhibido en la fiesta. Aquellas palabras me habían perseguido como un fantasma. Y ella había vuelto a pronunciarlas. —Yo no sé lo que es eso —le confesé, emocionado—. Pero sé que una colección no es una vida. Y yo quiero vivir. Quiero conocer a mi hijo. Quiero criarlo. No como mis padres me criaron a mí, en un ambiente de locura, de miseria y abusos. Quiero vivir, Sabrina.
Capítulo cuarenta y cinco: Tu amor me hace más fuerte "Narra Sabrina Spencer"—Tengo que contarte algo —comentó mi marido de pronto mientras me abrazaba—. Nunca he querido hablarte de la noche que mi madre me entregó a mi padre y se marchó, pero fue un momento de capital importancia para mí, la señal de mi gran fracaso, una advertencia contra aquello en lo que podía convertirme. Mi gran debilidad. —Tú no eres débil. Si sé algo seguro sobre ti, es eso. —Pero lo he sido, he tenido miedo. Como tú, me daba miedo volver a sufrir como sufrí entonces. Temía no poder ser lo que se exigía de mí como líder del imperio Caruso. No es que no sienta nada, Sabrina. Siento tan profundamente que llevo casi toda mi vida tratando de no hacerlo. —¿Qué pasó el día que tu madre se marchó? —Me metió engañado a una camioneta, me dio la espalda para marcharse sin mirar atrás ni una sola vez y supe que no volvería a verla nunca. Lo sabía porque siempre supe que me parecía más a ella que a mi padre. Sentía
Capítulo cuarenta y seis: Lo único importante "Narra Sabrina Spencer"—Felicitaciones, chicos —repitió el médico.Yo no hice otra cosa excepto mirar a Fabio, quien estaba pálido como nunca antes en mi vida lo había visto. —Parece que vamos a tener un heredero y uno de reserva a la vez —traté de bromear llena de nervios. —Ninguno de los dos será de reserva —aclaró él con tono fiero. —Lo sé, pero es así como se llama. Y es así como tú llamas a tu hermano. —Voy a prohibir el uso de ese término —anunció él, con los ojos clavados en la pantalla—. Gemelos. ¿Estás absolutamente seguro, O' Connor? —En absoluto. Le ganaste a Apolo sin duda con esto —respondió el médico—. Parece que el sangrado no era nada importante y que la semana pasada era demasiado pronto para detectar los latidos. Fabio se inclinó para besarme en la mejilla. —Estás llena de sorpresas, mi señora Caruso.—Sí, literalmente. Yo, con los ojos clavados en la pantalla, con la prueba de la vida ante mis ojos, suspiré de f
Epílogo: Más que a nada en el mundo "Narra Sabrina Spencer" Siete meses después nacieron Fabio Junior y Brina Caruso. El pequeño bebé era demasiado mañoso y desde su nacimiento, mientras que su hermana era dulce como un pastelito. Yo no podía recordar la última vez que había dormido más de tres horas seguidas. Sí, la maternidad era agotadora, pero con solo una sonrisa de mis bebés mi mundo se iluminaba y hacía que todo valiera la pena. —Mi obsesión por buscar una esposa perfecta me llevo hasta ti, hasta ustedes dos —confesó mi marido de pronto mirándonos a los bebés y a mí—. ¿Quién lo hubiera imaginado? —Las nubes se disiparon y el hermoso rostro de Fabio se iluminó—. Entre el rencor, el miedo y la ignorancia, no he podido pensar en formar una familia. Y, sin embargo, la tengo aquí, ante mis ojos. Percibí la emoción que irradiaba. —Y ni siquiera te he dado las gracias todavía —añadió. —No tienes que darme las gracias, Fabio. —Desde luego que sí. Un millón de gracias por el regal