—No, no estoy bromeando —contestó—, tengo vagos recuerdos de lo sucedido recientemente —refirió sin dejar de tocar su frente.—El día que te accidentaste, antes de que te ingresaran a cirugía me dijiste que tenías algo importante que decirme ¿lo recuerdas? —lo miró con seriedad.Cristian lo observó a los ojos, inhaló profundamente.—No, no lo recuerdo —pronunció confundido.—Me dijiste algo como: Ten cuidado de ella… ¿lo recuerdas?—Creo que sí, esa parte sí, pero ¿a quién me refería?, ¿sería Briana? —indagó con una maraña en su cabeza.—No, no te referías a Briana, sino a Rosa Lilia, pero no sé por qué. Todo el mundo se refiere a ella como una bruja, a ti tampoco te cae bien. Soy el único que no tiene idea de porqué. —Tiró de su espesa cabellera.Luego de unos segundos, Cristian presionó con fuerza sus labios.—Lo lamento, no recuerdo nada —resopló con frustración.—Tranquilo, está muy reciente la cirugía, lo mejor es que te concentres en tu recuperación. Es tu prioridad —mencionó a
—En su habitación. —Daniela señaló hacia la planta alta.Carlos Alejandro la tomó de la mano y ambos subieron lo más rápido que pudieron, olvidándose de la abuela por completo.— ¿Cómo se encuentran? —Carlos Alejandro ingresó sin tocar, olvidándose de sus modales, se detuvo en seco al observar que Tania estaba a su lado tomando sus signos vitales.Tania observó el pecho de Arango subir y bajar agitado, su rostro no ocultaba la preocupación que sentía aquel hombre, volteó a ver a su amiga y ladeó los labios.—Tuvo un fuerte dolor abdominal, estoy revisando que no se trate de una contracción, debido a eso le ocasionó que se le bajara la presión, caso se desmaya hace un rato. Habrá que estar monitoreándola —exageró ya que el dolor era a que algo le había caído mal en la comida.Briana separó los labios en una gran O, la observó con extrañeza, ¿por qué hacía eso?—Hay que llevarla al hospital. —Se acercó dispuesto a llevarla en brazos hasta el auto.Tania lo tomó por el brazo, para detene
—Parece que el whisky lo hizo enloquecer —soltó sin temor a enfrentarlo—, debería dejar de beber —aconsejó.Carlos Alejandro negó con su cabeza.—No estoy ebrio, si es lo que pretende decir, solo bebí una copa —expresó con seriedad.—Pues debió estar adulterado —Briana respondió a la defensiva, y de pronto se llevó las manos a su pecho y luego a su boca, tuvo que correr al sanitario ante la fuerte sensación de volver el estómago, a pesar de que intentó cerrar la puerta del baño, no lo consiguió. No pudo creer que Carlos Alejandro ingresara, se dio cuenta cuando retiró su larga cabellera de su cabeza.—No te ves bien —dijo con preocupación él, cuando la vio enderezarse, su piel estaba más blanca de lo que era.Después de enjuagarse y mover la palanca del sanitario, caminó sin oponer resistencia a la ayuda de él, se sentía mal.—Me doy cuenta que la invitación a comer era para envenenarme —mencionó acurrucándose entre la suavidad de las sábanas de algodón.—Le pediré a Tania que venga —
—Sí, quiero que viaje conmigo —pronunció con la barbilla temblorosa—. Soy un manojo de nervios —expresó con sinceridad.Carlos Alejandro ladeó los labios y sonrió, acomodándose en su asiento.—No se diga más, enfrentemos esto juntos. —Tomó una de sus manos y depositó un beso sobre su dorso.—Gracias —Briana respondió conteniendo el aire ante aquel gesto. Ambos se abrocharon sus cinturones y emprendieron ese viaje sin tener una idea exacta de lo que les esperaría en aquel lugar; sin embargo, Carlos Alejandro era un hombre astuto, decidido y dispuesto a todo por Briana.El vuelo fue ameno, Arango se encargó de distraerla con una charla amena, sin tocar temas importantes, al contrario la hizo reír, más cuando hablaron de los mellizos y sus últimas travesuras. Le mostró las fotografías que su madre le había enviado. No se había salvado.—No sé cómo es que fueron capaces de hacerle la broma del sonido del mosco, mientras dormía y ponerle crema batida en las manos —Carlos Alejandro expresó
Caminaron por el vestíbulo del asilo, las paredes estaban recubiertas por pintura vieja y amarillenta, además que no había baldosas, el lugar tenía concreto en el suelo. Briana se sujetó al brazo de Carlos Alejandro, el sitio era deprimente, las pequeñas ventanas no filtraban la suficiente iluminación.—Este lugar es horrible —murmuró bajito.—Lo sé —Carlos Alejandro contestó intentando ocultar su cara de horror al llegar a la recepción—. Venimos a visitar al señor Agustín Escudero.La sonrisa que llevaba la chica se borró. Sujetó su móvil y enseguida llamó al médico encargado.—Tomen asiento —señaló hacia un par de sillas.Ambos se miraron a los ojos y presionaron los labios, estaban rotas, se le veía el relleno.—Aquí esperamos —pronunciaron en coro.Minutos después uno de los médicos abrió la puerta que dividía el lugar hacia el área donde estaban internados algunas personas.—Señor Arango —pronunció agitado.—La señorita es Briana Escudero, hija del señor Agustín —enfocó su férrea
Un fuerte estremecimiento, recorrió la espina dorsal de Carlos Alejandro, aferró sus manos con firmeza a su tembloroso cuerpo.— ¿Quieres contarme? —pasó saliva con dificultad, se dio cuenta que también temblaban sus manos y su corazón latía agitado.—Me fuí de tu habitación para no levantar habladurías, dormí un rato, hasta que un joven tocó a la puerta, me entregó una nota que me habían dejado, en dónde me decían que mi papá se había puesto grave y quería verme. Tenía un domicilio. Era tanto mi deseo de encontrarme con mi papá, guardé mis pertenencias, y decidí viajar para verlo. —Descansó su cabeza sobre uno de sus hombros y limpió un par de lágrimas.— ¿Por qué no me buscaste?, yo te hubiera acompañado, con mayor después de lo que pasó entre nosotros. —Recargó su barbilla en el hueco de su hombro.—Te dejé una nota, le pedí a ese mismo joven que te la entregara.Carlos Alejandro volteó a mirarla, quedándose pensativo, nada encajaba, las piezas de aquel tenebroso rompecabezas, se m
Carlos Alejandro sin que se dieran cuenta, se salió de la habitación para dejarlos hablar a solas, estaba consciente que necesitaban privacidad, ya habría tiempo para presentaciones y formalidades, ahora lo importante era averiguar que aquel hombre siguiera trabajando en el hotel de San José del Cabo, estaba seguro que los conectaría con el infeliz que orquestó todo.De inmediato se puso en contacto con el investigador privado, y le narró los sucesos, además de darle la descripción del sujeto. Estaba en la máquina de café, colocando un par de monedas, a punto de elegir la bebida que deseaba, cuando uno de sus hombres se acercó fingiendo que también deseaba uno.—La esposa del señor Agustín, se encuentra en la recepción, no viene sola.Arango esbozó una sonrisa torcida, era su día de suerte, por fin se le haría conocer a la mujer más odiaba en el mundo, aquella que había despreciado a Briana de pequeña.—Elige una bebida, es toda tuya —manifestó abandonando la máquina expendedora y se
Briana contuvo el aire, su azulada mirada se fijó en los carnosos labios de Carlos Alejandró, estaban tan cerca a escasos centímetros, además que su exquisito aroma, la embriagaba. Ya no podía evitarlo, no cuando esas grandes manos viajaron hasta su rostro acunando sus mejillas.Quedaron ajenos al mundo, encerrados en aquella pequeña cabina, donde no se podía escuchar nada, solo el latir de sus corazones. Briana lo sujetó de los brazos, cerró sus ojos y separó los labios, deseosa.Carlos Alejandro no pudo resistirse más y la besó, introduciendo con avidez su lengua, deseando sentir las delicadas caricias de la de ella, apreciar nuevamente su dulce sabor. Uno que llevaba tatuado en el alma.—Te amo, Bri —expresó al tomar distancia para poder tomar aire.Briana esbozó una amplia sonrisa al escucharlo, su mirada se cristalizó ante la gran alegría que la embargaba.—También te amo —pronunció con emotividad.No pudieron seguir con las muestras de cariño, porque las puertas del ascensor se