Semanas después.El verano se encontraba en todo su apogeo, el calor que se sentía en la ciudad era insoportable, parecía que el sol gozaba rostizar con sus rayos a todo ser que saliera a la calle. Desde la residencia de la familia Arango, la situación se complicaba, pues el sistema de aire acondicionado, por alguna extraña razón, no funcionaba, prácticamente todo el mundo ardía, sin estar precisamente en el infierno.—Vamos a morir —anunció Eleonor, sacando una bolsa de gel de la nevera, y se la colocó sobre la frente.—Tienes toda la razón. —Briana se acercó y le quitó la bolsa a quien ya se había hecho su amiga, y se la puso también sobre la cabeza—. Es una suerte que los niños estén jugando en casa de la vecina, ella sí tiene aire acondicionado.—Que afortunada, deberías ir con el pretexto de que tienes que cuidar a los niños y así te refrescas un rato, aprovecha que puedes —sugirió Eleonor.—No es mala idea, pero me siento pegajosa, además necesito buscar un libro que por ahí he
Desde lo ocurrido aquella tarde en la que el calor invadió a Briana y a Carlos Alejandro, y no por la falla del sistema de aire acondicionado, él evitó a toda costa su cercanía, sentía que después de aquel momento, una especie de velo había caído y no deseaba traspasar la línea que había entre ambos, ‘la de jefe y empleada’, y no tanto porque le importara esas ridiculeces de las clase sociales, sino por la barrera que había con la diferencia de edades.Se encontraba en la oficina de la empresa revisando un par de propuestas para los diseños que había solicitado, estaba a punto de salir a comer, cuando le enviaron las cotizaciones para la celebración del aniversario, qué no pudo hacerlo.— ¿Estás ocupado? —Rosa Lilia ingresó, acomodó su larga cabellera hacia un lado y acomodó el fino tirante que intencionalmente había dejado colgar fuera de su lugar. Carlos Alejandro volteó a verla, ladeó los labios.—Estoy algo ocupado. — ¿Qué se te ofrece?, ¿es muy urgente? —indagó, volteando a ver
Desde la parte delantera del auto, Carlos Alejandro ladeó los labios al escuchar algarabía en los asientos de atrás cuando «La Bikina by Luis Miguel», comenzó a sonar, pues Briana se llenó de emoción y comenzó a cantarla con gran efusión, olvidándose por completo que él iba en el lugar del copiloto, de inmediato sus hijos le hicieron segunda interpretando a todo pulmón.Todo se asemejaba a la familia que un día tuvo, cuando Daniela, su mujer, estaba con vida. No pudo evitar voltear para poder mirarlos, entonces dibujó una gran sonrisa que llegó hasta sus ojos.—Canta con nosotros —pidió Dany.Carlos Alejandro movió su cabeza negando.— ¡Anda! —la pequeña solicitó.—Ni en tus sueños —su papá respondió con alegría, en ese momento su mirada se cruzó con la de Briana, emanando grandes chisporrotasos, que hicieron que destellaran un gran brillo en sus ojos. Era como si la fuerza de un imán los atrajera, y no pudieran dejar de verse.— ¿Por qué dejaste de cantar Briana? —Dano hizo que sal
—Una servilleta. —Carlos Alejandro se aclaró la garganta para poder hablar, y se desvió hacia la encimera, dejando su exquisita fragancia por todo el sistema respiratorio de ella.Briana abrió los ojos de golpe al escucharlo, lo miró a los ojos confundida. Estaba segura de que se había acercado con otra intención, pero de pronto se arrepintió. Ladeó los labios y sonrió para disimular aquel bochornoso momento.—No era necesario que se pusiera de pie y caminara hasta acá, yo pude haberlas llevado. Nunca había visto que se levantara para tomar algo, siempre lo pide. ¿o me equivoco, señor?Carlos Alejandro tomó un panecillo y lo mordió.—Me hace bien caminar —contestó regresando a la mesa, ladeó los labios.—Ojalá eso hiciera cuando almuerza en el comedor —dijo bajito, considerando que era mayor distancia hacia la cocina.Presionó sus labios para no atacarse de la risa, sacó su móvil del bolsillo de su pantalón y observó que tenía un par de mensajes, se había olvidado por completo de los
—Sería un honor que nos acompañen —indicó Cris—, concuerdo contigo, querido amigo, cuando somos más personas, la pasamos mejor, ¿no crees Briana? La chica se vio obligada a mirar hacia donde se encontraba el señor Arango con su acompañante.—Claro, no tenemos problema que nos acompañen —manifestó, y tomó del respaldo la silla para volver a sentarse, arrugó el ceño al ver que Carlos Alejandro y Cristian, se acercaron y también lo sujetaron para ayudarla.—Yo lo hago —dijo Cris mirando a Alejandro, quien se alejó de inmediato.—Es la costumbre —se justificó, tomando la silla de Rosa Lilia para ayudarla.—En eso tienes razón, eres un caballero —manifestó Lilia—, he visto que sueles ser atento con todos tus empleados. —Dirigió su vista con desagrado hacia la niñera.Briana presionó los labios para no reír.—Tiene razón, suele ser muy atento el señor Arango —respondió luego de ver que le ayudaba a Rosa Lilia a que se sentara.Cristina presionó sus labios, se dio cuenta del comentario mal
—No, claro que no —contestó de inmediato Carlos Alejandro y nuevamente se puso de pie para ayudarla a tomar asiento. Cristian regresó de la llamada que recibió.— Lamento la demora, era importante —indicó tomando su copa y bebió de golpe.— ¿Ocurre algo? —preguntó Alejandro al verlo visiblemente pálido.—Luego te cuento —contestó llevándose un bocado de la pasta que solicitó, observando un gran silencio entre las chicas. — ¿Me perdí de algo? —las señaló.Briana negó con su cabeza.—No, no sucede nada, estamos disfrutando de nuestra cena —manifestó.Carlos Alejandro estaba por preguntarles lo mismo, ya que desde que habían salido del tocador, el ambiente se sentía tenso.Al finalizar Cristian llamó al mesero para solicitar más vino.— ¿Desean algún postre? —preguntó el mesero.—Una panacotta de chocolate, por favor —solicitó Briana.Rosa Lilia rodó los ojos.— Ojala rebotes como pelota —susurró para ella misma.—Te encargo una tarta de frutas y un café —indicó Carlos Alejandro, Lilia
— ¡Rosa Lilia! —gritó asustado, sujetándola con fuerza, para evitar que se diera un fuerte golpe en la cabeza. Con cuidado la acomodó sobre uno de los mullidos sillones. Colocó dos de sus dedos sobre su cuello e inclinó su rostro hacia su nariz para averiguar que estuviera respirando.«Sí, sí acércate más», Rosa Lilia pensó para sí misma, fingiendo aquel desmayo. Su aroma varonil, la provocaba a querer más. «Necesito respiración de boca a boca», se dijo a sí misma. «Vamos, no seas tímido».Al ver que no reaccionaba Carlos Alejandro, se dirigió al botiquín por un poco de alcohol y algodón.Daniela y Danilo observaron aquella escena, que por su puesto no les agradó en lo absoluto, distinguieron con claridad cuando Rosa Lilia abrió los ojos y se asomó con precaución por el respaldo del sillón, buscando a Carlos Alejandro, al escuchar un ruido desconocido, se volvió a acostar llevándose una mano al pecho, no podía evitar estar agitada por las atenciones que había tenido con ella; además
Los pequeños estaban por volver a replicar, antes de que su papá llegara a las escaleras, pero Briana los sujetó por los hombros y los vio a los ojos, bastó con que los mirara y moviera su cabeza de un lado a otro para que no dijeran más.Daniela se cruzó de brazos, sintiendo como su pecho subía y bajaba aceleradamente, estaba muy molesta por la decisión que había tomado su padre.—Solo será por unos días —Cristian intervino al ver su reacción—, tranquilos.— ¿Por qué no se va a su casa la intrusa? —gruñó Danilo abrazándose de él.—En la vida tenemos que aprender a ayudar a los demás —intervino Briana—, todo lo que hacemos por otros, nos hace una mejor persona. —Sonrió con cariño—. Vamos al jardín a jugar un rato —solicitó la joven.—¿Podemos jugar futbol? —indagó Danilo.—Sí, podemos jugar lo que quieran —respondió Briana.— ¿Juegas con nosotros tío?—Me encantaría, pero tengo algunas cosas que hacer —respondió con una afable sonrisa—. Los veo luego —se acercó a Briana y dio un beso