“Tanto tiempo sin verte, Monstruo. Confío en que has estado bien desde la última vez que nos vimos”. De repente, una voz clara sonó desde un lado.

Bebé Robbie siguió la dirección de donde provenía la voz y vio un rostro familiar: el asistente de su padre adoptivo, Monstruo.

Los pensamientos de esta persona eran profundos e insondables. Bebé Robbie percibió rápidamente que la situación era desfavorable.

Efectivamente, al segundo siguiente, muchos bandidos salieron de otras habitaciones y rodearon a Bebé Robbie y a los demás.

“Monstruo, es imposible que escapes. Solo te queda esperar a que te capturen aquí. Los llevaré de vuelta a la División Trece para ser castigados”.

Bebé Robbie sonrió y dijo: “En ese caso, ¿por qué no apostamos? Si no puedo escapar ahora, estaré bajo tu mando. Pero si puedo liberarme, todos ustedes tendrán que escuchar mis instrucciones”.

Una expresión malévola apareció en el rostro del hombre. Estaba seguro de que Bebé Robbie no podría escapar de ellos.

“Muy