Capitulo 8.

Decidimos ir a una cafetería que por las noches siempre se convertía en un bar, si bien no estaba dentro del campus, era el lugar favorito para pasar el rato de los estudiantes.

Es increíble cómo cambia su aspecto, su versión de la tarde es una cafetería con dejos de biblioteca, con olor a vainilla y pastelitos recién horneados; pero su versión de la noche me hacía acordar a un sótano para pecar todo lo ue quisieras, el olor a vainilla se cambiaba por olor a sudor por los cuerpos bailando sin prejuicios y los pastelitos recién horneados eran sustituidos por tragos de autor.

Nos sentamos en una de las mesas que dan a la ventana, la vista da directamente al estacionamiento, no es la gran cosa. Mika se sentó junto a mí y los chicos se sentaron enfren

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