"Ya lo sé, ya lo sé, pero no vine aquí nomás porque sí. Hay algo urgente de lo que necesito hablarte."

Ella cruza los brazos, con su rostro enfadado, "Bueno, desembucha."

"Es que vi tus correos anoche." Le confieso y su ceño fruncido se hace más profundo.

"¿Qué?"

"No fue a propósito, ¿ok? Te quedaste dormida en la mesa del comedor y justo pasaba por ahí."

"Eso no fue una invitación ni una excusa para que invadieras mi espacio." Me dice con enfado.

"Tienes razón. Lo siento, nunca debí revisar tu correo." Le digo, mirándola a los ojos y deseando que esa hostilidad en su mirada volviera a ser la mirada amorosa de siempre.

Parece que esa parte de ella que solía amarme tanto ya está muerta, y no puedo negar cómo me hace pedazos.

"¿Por eso viniste hasta acá?" Me pregunta, sin reconocer mi disculpa.

"No exactamente. No vine solo a disculparme. Sé que tienes un problema en el trabajo, por eso voy a ayudarte."

Ella bufa y camina hacia su asiento para sentarse. Es casi como si ya hubiera termina