"Muchas gracias, Dianne."

"Es para lo que me pagan," dice, levantándose y agarrando su bolso.

"Debería irme ya."

Mi cara decae. "Pero acabas de llegar."

"Tengo que volver a la oficina y terminar algunas cosas."

Miro la hora y veo que de todos modos solo faltan veinte minutos para que la empresa cierre por el día.

"Ya casi es hora de que termines tu jornada, ¿por qué no te quedas a cenar?"

"No creo que—"

"¿Te quedarás si soy yo quien te lo pide?"

Dice mi padre mientras aparece en la sala. Los ojos de Dianne se abren de par en par en cuanto lo ve.

"Presidente Hanson," susurra, paralizada por la sorpresa un momento antes de reaccionar y hacer una reverencia. Mi padre simplemente ríe divertido.

"Mi hija te pidió que te quedaras a cenar, ¿de verdad la estás rechazando?"

Dianne niega con la cabeza. "No, definitivamente no. Yo—" hace una pausa, su rostro palidece mientras nos mira a mí y a mi padre como si acabara de darse cuenta de algo. "Espera, ¿tu hija?"

Cuando invité a Dianne aquí, ya es