Zade.

Me doy vuelta rápidamente, cerrando la boca y derramando café sobre mis piernas. Maldigo internamente, reprimiendo un grito mientras corro hacia mi habitación. Apenas tengo un pie por la puerta principal de mi apartamento cuando la otra puerta se abre de golpe.

Me salen chispas cuando él me agarra por la muñeca, y cuando me hace girar, mi taza de café sale volando al suelo. Se rompe y el café salpica por todas partes.

Pero a él no le molesta en absoluto mientras me golpea contra la puerta de vidrio de mi dormitorio. El dolor me atraviesa cuando me encuentro mirándolo a la cara.

"Es de mala educación espiar", dice él con voz ronca, su aliento mentolado abanicando mi mejilla.

Mis ojos se abren de par en par cuando una sacudida de placer me recorre.

¿Qué me pasa? Me muerdo los labios y su ojo bueno brilla mientras su mirada se dirige a mi camiseta, que de repente se siente demasiado fina y estoy segura de que puede ver a través de ella y no llevo sujetador...

Mis mejillas ard