“No debes preocuparte, Luna. Papá sabe que soy capaz”, respondo, tomando una cucharada de mi pastel de chocolate.

Ella pone los ojos en blanco y levanta su bebida. "Bueno, mientras tengas confianza. ¿Qué pasa con el atuendo?".

"Estaba tratando algo", respondo simplemente.

"Tratando de parecer una tonta", murmura en voz baja, pero la escucho.

Ella me mira, sus ojos se detienen en la henna antes de sacudir la cabeza y mirar hacia otro lado.

“Zaia. ¿Lista?", pregunta papá en voz baja y yo recojo mi servilleta, limpiándome la boca y asiento.

"Cuando quieras", respondo con una sonrisa.

Él asiente con la cabeza antes de levantarse y chocar su copa con una cuchara mientras contempla el jardín.

Estamos cenando al aire libre. El tiempo es bueno, salvo por pequeñas ráfagas de viento a veces.

“¿Puedo tener la atención de todos?”, dice papá.

La charla se calma cuando todos se vuelven hacia el frente y le dan a papá toda su atención.

“Como todos saben, recientemente nombré a mi hija dir